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22/7/08

PERIODISMO HEROICO

Muchas ciencias y disciplinas han tenido sus tiempos heroicos. El periodismo no está ajeno a esto, aunque quizás en su caso la etapa heroica parece ser más larga que en otras áreas.

En países como México y Colombia, por dar solo dos ejemplos, han matado a muchos periodistas que han hecho denuncias sobre corrupción, sobre los narcos y sobre las mafias. Caso especial son los corresponsales de guerra., quienes se exponen día a día a la muerte. Pero no menos heroico son los recientes reportajes sobre el ejército israelí disparando desde los tanques a niños palestinos que sólo tiran piedras. O casos paradigmáticos como el archifamoso watergate. No en vano el periodismo está considerado hoy día como una profesión peligrosa y de riesgo, al menos en algunas de sus especialidades.

En nuestro país, recuerdo hechos como el periodista que se infiltró en una unidad carcelaria; luego otro que se internó en un hospital psiquiátrico. Y más recientemente, el equipo periodístico que filmó a la desequilibrada psiquiatra que vendía licencias médicas a diestra y siniestra. O los reportajes a empresas de reparaciones de artefactos… que estafan sin ningún asco. En fin, en muchas áreas en donde la policía o la Justicia no tienen tiempo o que simplemente ignoran, aparece el periodismo intrépido, valiente y comprometido con la verdad y con la justicia y con un profundo sentido social.

Pero lo que me interesa comentar ahora es un reportaje que vi hace unos días, en canal 13, en donde se hacía una denuncia y seguimiento a supuestas (y falsas) organizaciones caritativas de tipo humanitario o de supuesta beneficencia.

El reportaje de canal 13 lo encontré formidable. El periodista, con gran coraje, y además con una ironía muy fina, enfrentó a todos los delincuentes que han estafado a gente crédula. Con un estilo por cierto mejor que la misma Fallaci. Personalmente en varias oportunidades he recibido llamadas de supuestas organizaciones caritativas, que hasta dan página web para darse credibilidad, y que por suerte mi intuición me indicó que eran falsas.

Ignoro si la expresión es correcta, pero yo llamaría a esto un periodismo social; no sólo de denuncia, sino social en la medida que a través suyo logra desarticular mafias y lacras sociales. Un periodismo que se adelanta a la justicia y la policía, en una labor social de desenmascaramiento de delincuentes y de agentes dañinos para la sociedad. Esta labor social del periodismo es de gran importancia en una sociedad libre.

En el caso de las organizaciones que denunció el reportaje, el caso es más grave por cuanto son organizaciones de estafadores que han operado durante más de veinte años en una total impunidad, y generándose ingresos para sus propios bolsillos, cuando esos dineros deberían estar sirviendo a niños con problemas físicos, sociales o psicológicos graves.

Un acierto periodístico, una sanación social, una denuncia que exigió paciencia, tesón y un gran coraje. ¿Qué más se puede esperar?

11/7/08

LAS ETAPAS DE LA VIDA

Aunque hay diferentes formas de clasificar las etapas de la vida, una de las más completas y certeras es sin duda la que planteó un psicólogo de origen alemán, Erik Erikson, quien pensó que la vida tiene ocho etapas.

Lo interesante del enfoque de Ericsson es que postula que cada una de de etapas está muy ligada a la anterior, y en que en cada una de ellas hay una importante tarea que resolver. Si esa tarea no se resuelve bien en esa etapa, dejará secuelas negativas que pueden afectar a todas las demás. Además, el buen cumplimiento de cada tarea que tienen las etapas de la vida genera una virtud que será necesaria más adelante; por el contrario, la no superación generará un defecto que se arrastrará para siempre. En cada etapa también hay relaciones interpersonales o psicosociales que son más significativas que otras.

La primera etapa es desde luego la tierna infancia, hasta el año o año y medio. Aquí la figura más importante es la madre, y la tarea más importante del bebé es desarrollar la confianza, pero no para una entrega total, pues también debe ser capaz de mantener cierta desconfianza. Si el bebé atraviesa bien esta etapa, desarrollará la virtud de la esperanza.
La segunda etapa corresponde a la niñez media, desde el año y medio hasta los tres o cuatro años. La tarea principal es el logro de cierto nivel de autonomía. Pero el niño también debe aprender en esta etapa las emociones de la vergüenza y la culpa. Si pasa bien esta etapa, logrará una voluntad fuerte, la capacidad de tomar determinaciones importantes en su vida y luchar por ellas. Si no lo logra, será impulsivo y tendrá tendencia a las compulsiones.

La tercera etapa es la edad del juego. Esta etapa es más corta, comienza cuando finaliza la anterior, y dura hasta los cinco o seis años. La tarea principal del niño es en este momento aprender a tener iniciativa, que más adelante se transformará en la virtud de tener metas o propósitos y el coraje para tratar de alcanzar esas metas. La no superación puede llevar al niño a ser o cruel o muy inhibido.

La cuarta etapa se da entre los seis y los doce años. La tarea principal es aquí desarrollar la virtud de la laboriosidad, y que se acompañe de una autoestima positiva, de modo que no se sienta inferior a los demás. En la vida adulta se notará en que la persona es competente. No superar esta etapa empantana al niño en la inercia, en falta de energía personal para emprender nuevas cosas y trabajar en forma ardua.

A partir de los doce y hasta los veinte más o menos, viene la adolescencia, que plantea como principal tarea logar la identidad. Lograrla garantiza que se desarrollará la virtud de la fidelidad y lealtad. Pero no cumplir la tarea puede llevar al fanatismo ciego.
Luego, desde el fin de la adolescencia hasta los treinta años viene la adultez joven, o sea la sexta etapa. La principal tarea aquí es lograr la intimidad, y no quedarse en el aislamiento; se adquiere por lo tanto la virtud del amor. Quien no logra esto cae generalmente en la promiscuidad, ya que es incapaz de amar de verdad y de intimar.

El siguiente período corresponde a la adultez media, que tiene como tarea lograr ser productivo, y como riesgo el quedarse estancado. Va desde los treinta hasta los cincuenta, y se corresponde con la crianza de los hijos. La virtud que se adquiere es la capacidad de cuidar y proteger a otros.
La última etapa es la adultez tardía o vejez, a partir de los cincuenta o sesenta, en el momento en que los hijos se independizan. La principal tarea en esta etapa es el logro de la integridad personal y cierta sabiduría. El riesgo si no se logran estas virtudes es convertirse en un presumido, despreciando a todos los demás.