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22/2/08

ROBERT ‘BOBBY’ FISCHER

Hace ya casi un mes falleció en Islandia Robert “Bobby” Fischer. Un hombre de 64 años, cuyo “leit motiv” durante toda su vida fue el ajedrez. Para quienes fuimos sus admiradores este trágico acontecimiento merece por los menos algunas palabras.
Comenzó a jugar el ajedrez a los 6 años, y quienes lo rodeaban descubrieron casi de inmediato su talento. Antes de los 12 años ya ocupó posiciones de privilegio en el ranking de Estados Unidos. A los 13 años vino a Chile, y perdió una de sus partidas frente al maestro Jáuregui, que lo hizo llorar. Pero este llanto, que podría interpretarse como una niñería, fue todo lo contrario, pues mostraba ya el enorme grado de compromiso, de entrega y de motivación que tenía Bobby hacia el juego ciencia.
Vuelve a su país y se retira del colegio diciendo “que es para bobos”. Al año siguiente, a los 14 años, consigue el título de campeón de USA. Y a los 29 años consiguió el título de campeón mundial. Su llegada al cetro estuvo caracterizada por algo increíble: en los torneos previos ganó por seis a cero a tres grandes maestros del mundo, algo absolutamente inédito. En el match mismo con Spassky, se dio el lujo de faltar a una partida, entregando un valioso punto sin jugar. Se dijo que habría sido parte de una estrategia psicológica para poner nervioso a Spassky. Lo cierto es que ganó el match con soltura, coronándose campeón. En Stgo. los fanáticos seguíamos el match paso a paso; eran tiempos sin internet, y había un par de tiendas que pusieron un tablero en su vitrina, e iban replicando las movidas que llegaban a través del télex. Afuera, se agolpaba el público, ávido de conocer el desarrollo de los partidos.
El match tuvo una fuerte connotación política, dado que fue la primera vez en casi cuarenta años que alguien desafiaba la total supremacía rusa en ajedrez, y porque se llevó a cabo en plena guerra fría.
Los méritos de Fischer fueron increíbles. Fue quizás el ideal americano, el ideal del hombre contra la maquinaria, pues ‘Bobby’ luchaba en realidad no sólo contra Spassky, sino contra todos los maestros rusos juntos. Esto lo llevó a aprender el idioma ruso, para poder escuchar y entender cómo los soviéticos se soplaban movidas entre sí durante los descansos y pausas de los torneos.
Tres años después le tocó defender su título mundial, pero puso una serie de exigencias que la Federación no le aceptó, y fue destronado sin jugar. Desapareció por casi veinte años, hasta que hizo un match amistoso -nuevamente con Spassky- el año 1992, que por cierto volvió a ganar, para nuevamente retirarse de la vida pública. Este match sin embargo le significó ser considerado un traidor y quedar en la lista negra de la CIA y el FBI, ya que fue jugado en Yugoslavia, país vetado en ese momento por Estados Unidos.
Fischer fue sin duda lo mejor que ha producido el ajedrez mundial. Un estilo impecable, un dominio excelente en todas las fases de la partida, y una capacidad de combinación impresionante, hacen de él algo único. Cuando el campeón mundial Kasparov –el año 1997- perdió frente a la computadora Deep Blue, en mi fuero interno deseé que reapareciera Fischer y jugara contra Deep. Esto no ocurrió, pero estoy convencido, sin la menor duda, de que Fischer le habría ganado a la máquina, y habría obtenido un gran triunfo, esta vez no para él ni para Estados Unidos, sino para toda la humanidad. Ver más sobre Fischer en esta excelente página.

Bobby: cumpliste muy bien tu misión: ¡ Descansa en paz !

16/2/08

ABRAZOS

Dar un abrazo es cosa fácil. Pero dar un buen abrazo no es tan fácil. Y esto porque un buen abrazo transmite una serie de cosas, como afecto, aceptación, protección, buenos deseos, e incluso energía.
No todos pueden dar buenos abrazos. Esto depende de varios factores, como el tiempo y lugar, el tipo de relación entre las personas que se abrazan, el momento emocional que cada cual está viviendo, y otros factores. El más crítico es el ser capaz de fluir, de tener soltura, pues personas muy “trancadas” o con muchos tabú en cuanto al cuerpo y a tocarse, jamás pueden dar buenos abrazos. A lo más, se limitan a un abrazo formal, casi de compromiso, que no aporta nada. Hay también abrazos increíblemente siúticos, que pueden observarse entre personas demasiado compuestas, como en una oportunidad en que vi a dos damas “abrazarse”: se tocaron con el dedo del medio la espalda de la otra, las mejillas estaban giradas casi como lechuza para no tocarse, y pusieron su trasero tan distante como fue posible.
Esto nos lleva entonces a la pregunta de cómo es un buen abrazo, lo que no es nada fácil de definir, pues es algo que debe experimentarse. Pero si intentamos de todos modos describir un buen abrazo, podemos decir que algunas características son la entrega y soltura, el calor que se desprende del mismo, un contacto corporal amplio, y un tiempo apropiado. A esto hay que añadir el contacto de las mejillas, e incluso a veces el contacto de las pelvis. Cualquiera de estos factores que falte le quita calidez al abrazo.
Todos necesitamos en algún momento ser abrazados, una necesidad que comienza cuando se es niño, y el pequeño necesita consuelo y sentirse protegido. Esta necesidad parece que dura toda la vida. Hay personas que son capaces de pedir en forma franca y honesta en ocasiones un abrazo, pero la mayoría no son capaces. Hay otras que esperan ver a tal o cual persona que les dio ese gran abrazo, para poder repetirlo. Y probablemente todos recordemos también algún par de abrazos que hemos recibido alguna vez, y que nos hicieron sentirnos muy bien. Es un recuerdo corporal que puede durar toda una vida.
El abrazo pareciera tener incluso ciertos efectos terapéuticos en relación con la salud mental, lo que se podría explicar por varias razones. En primer lugar, por el contacto físico mismo. En segundo lugar, porque constituye un momento de máximo acercamiento, en donde la sensación de aislamiento o separatidad desaparece. En tercer lugar, porque es un mensaje muy claro de total aceptación de la otra persona, al menos en ese momento. Y por último, porque constituye una enorme entrega y recepción de emociones positivas, que jamás podrían expresarse solamente con palabras. Si una imagen vale más que mil palabras, un abrazo vale más que un millón de palabras.
Los buenos abrazos se dan rara vez. Cuando vemos al gran amigo ausente por mucho tiempo, o en la despedida de alguien que apreciamos, o cuando estamos muy agradecidos, o quizás cuando vemos que alguien está sufriendo. Normalmente predominan los abrazos formales, de compromiso, como cuando se recibe un diploma.
El abrazo produce contento, entrega emociones positivas, da afecto y es altamente gratificante. En una palabra, un buen abrazo produce energía de muy buena calidad que puede revertir incluso grandes traspiés o frustraciones. Y por cierto, para estar a tono con el artículo, un abrazo a mis lectores, aunque por ahora sea virtual.
Sobre la impactante foto, transcribo información: “Arqueólogos italianos han descubierto una pareja sepultada de hace 5.000 a 6.000 años, abrazados. Está sepultada cerca del norte de la ciudad de Mantova en Italia y pertenece al período Neolítico.” “Es un caso extraordinario”, dijo Elena Menotti, que lideró el equipo en su excavación cerca del norte de la ciudad de Mantua. “No se ha encontrado un sepelio doble del período Neolítico, mucho menos dos personas abrazadas”, agregó. Menotti señaló que creía que ambos -aparentemente un hombre y una mujer, aunque esto aún debe ser confirmado- murieron jóvenes porque sus dientes están en su mayoría intactos y sin desgastar. La propia responsable de la excavación comentaba “He estado haciendo este trabajo durante 25 años pero debo decir que cuando lo encontramos, nos emocionamos mucho.” Todo indica que fueron enterrados vivos y se abrazaron esperando la muerte.