Dos ciencias que están muy ligadas entre sí son la psicología y la pedagogía ya que ambas comparten una serie de problemáticas en común. Cada una ayuda a la otra y se hacen aportes mutuos.
El punto común más importante entre ambas disciplinas es la educación o aprendizaje. Es precisamente en este ámbito donde la psicología ha hecho grandes aportes, comenzando por el estudio de los mecanismos que permiten el aprendizaje, el conocimiento de las etapas de madurez mental y emocional de los niños, hasta los sistemas de recompensa que favorecen la asimilación de conocimientos.
Sin embargo de ningún modo se debe caer en una visión psicologista de la pedagogía, y pensar que la ciencia de base y la única verdadera es la psicología. Un problema pedagógico típico, como decidir cual puede ser la mejor manera de aprender a leer – por ejemplo – si empezar por las letras, pasar después a las palabras y finalmente a las frases, o si más vale más proceder por orden inverso, es asunto netamente pedagógico.
Otro problema propiamente pedagógico es la forma o la metodología que debe utilizarse en el aprendizaje de diferentes ciencias. Por ejemplo, cuál será el mejor sistema de estudio de la filosofía, o de la física, o de un idioma extranjero, son asuntos que debe responder la pedagogía y no la psicología.
De modo que, teniendo mucho en común, tanto psicología como pedagogía son disciplinas diferentes, y cada una hace su aporte a la educación desde su propia perspectiva. Una disciplina que en cierta medida hace de puente entre ambas es la psicopedagogía, que se refiere al estudio de los problemas de aprendizaje y sus soluciones, como la reeducación de una dislexia, de una discalculia, etc.
Si bien la psicología y la pedagogía tienen su propia historia, la pedagogía es anterior en mucho tiempo a la psicología. Ya en las culturas griega, hebrea, y al parecer en Egipto, existían escuelas y pedagogos. La psicología en cambio, comenzó oficialmente a existir como ciencia recién a fines del siglo diez y nueve. Y el primer punto de contacto entre ambas se produjo hace poco menos de un siglo, cuando la psicología, a pedido de los pedagogos, comenzó a desarrollar los test de edad mental, que muy pronto derivaron en los test de inteligencia. Estos tests permitían calcular la edad mental de los alumnos, compararla con su rendimiento académico, y establecer las causas de muchas de las dificultades escolares que presentaban los niños.
De ahí en adelante la colaboración entre psicología y pedagogía ha sido permanente. Y esto se refiere tanto a las investigaciones que se llevan a cabo en educación, como al abordaje de los problemas que presentan los alumnos en el aula, a las técnicas específicas de aprendizaje, etc.
Otros problemas comunes para ambas ciencias son la educación de los niños con déficit, o al contrario, la educación de los niños superdotados. También temas como la asesoría a los padres, los incentivos, el manejo de la conducta en la sala de clase, y muchos otros, son comunes a ambas.
Finalmente, cabe decir que el trabajo conjunto entre pedagogos y psicólogos, además de haber dado muestras de ser muy fructífero, promete todavía nuevos logros, y constituye además una instancia de un trabajo en equipo multidisciplinario que es muy enriquecedora para los profesionales de ambas áreas. HBC
El punto común más importante entre ambas disciplinas es la educación o aprendizaje. Es precisamente en este ámbito donde la psicología ha hecho grandes aportes, comenzando por el estudio de los mecanismos que permiten el aprendizaje, el conocimiento de las etapas de madurez mental y emocional de los niños, hasta los sistemas de recompensa que favorecen la asimilación de conocimientos.
Sin embargo de ningún modo se debe caer en una visión psicologista de la pedagogía, y pensar que la ciencia de base y la única verdadera es la psicología. Un problema pedagógico típico, como decidir cual puede ser la mejor manera de aprender a leer – por ejemplo – si empezar por las letras, pasar después a las palabras y finalmente a las frases, o si más vale más proceder por orden inverso, es asunto netamente pedagógico.
Otro problema propiamente pedagógico es la forma o la metodología que debe utilizarse en el aprendizaje de diferentes ciencias. Por ejemplo, cuál será el mejor sistema de estudio de la filosofía, o de la física, o de un idioma extranjero, son asuntos que debe responder la pedagogía y no la psicología.
De modo que, teniendo mucho en común, tanto psicología como pedagogía son disciplinas diferentes, y cada una hace su aporte a la educación desde su propia perspectiva. Una disciplina que en cierta medida hace de puente entre ambas es la psicopedagogía, que se refiere al estudio de los problemas de aprendizaje y sus soluciones, como la reeducación de una dislexia, de una discalculia, etc.
Si bien la psicología y la pedagogía tienen su propia historia, la pedagogía es anterior en mucho tiempo a la psicología. Ya en las culturas griega, hebrea, y al parecer en Egipto, existían escuelas y pedagogos. La psicología en cambio, comenzó oficialmente a existir como ciencia recién a fines del siglo diez y nueve. Y el primer punto de contacto entre ambas se produjo hace poco menos de un siglo, cuando la psicología, a pedido de los pedagogos, comenzó a desarrollar los test de edad mental, que muy pronto derivaron en los test de inteligencia. Estos tests permitían calcular la edad mental de los alumnos, compararla con su rendimiento académico, y establecer las causas de muchas de las dificultades escolares que presentaban los niños.
De ahí en adelante la colaboración entre psicología y pedagogía ha sido permanente. Y esto se refiere tanto a las investigaciones que se llevan a cabo en educación, como al abordaje de los problemas que presentan los alumnos en el aula, a las técnicas específicas de aprendizaje, etc.
Otros problemas comunes para ambas ciencias son la educación de los niños con déficit, o al contrario, la educación de los niños superdotados. También temas como la asesoría a los padres, los incentivos, el manejo de la conducta en la sala de clase, y muchos otros, son comunes a ambas.
Finalmente, cabe decir que el trabajo conjunto entre pedagogos y psicólogos, además de haber dado muestras de ser muy fructífero, promete todavía nuevos logros, y constituye además una instancia de un trabajo en equipo multidisciplinario que es muy enriquecedora para los profesionales de ambas áreas. HBC