Hace ya casi un mes falleció en Islandia Robert “Bobby” Fischer. Un hombre de 64 años, cuyo “leit motiv” durante toda su vida fue el ajedrez. Para quienes fuimos sus admiradores este trágico acontecimiento merece por los menos algunas palabras.
Comenzó a jugar el ajedrez a los 6 años, y quienes lo rodeaban descubrieron casi de inmediato su talento. Antes de los 12 años ya ocupó posiciones de privilegio en el ranking de Estados Unidos. A los 13 años vino a Chile, y perdió una de sus partidas frente al maestro Jáuregui, que lo hizo llorar. Pero este llanto, que podría interpretarse como una niñería, fue todo lo contrario, pues mostraba ya el enorme grado de compromiso, de entrega y de motivación que tenía Bobby hacia el juego ciencia.
Vuelve a su país y se retira del colegio diciendo “que es para bobos”. Al año siguiente, a los 14 años, consigue el título de campeón de USA. Y a los 29 años consiguió el título de campeón mundial. Su llegada al cetro estuvo caracterizada por algo increíble: en los torneos previos ganó por seis a cero a tres grandes maestros del mundo, algo absolutamente inédito. En el match mismo con Spassky, se dio el lujo de faltar a una partida, entregando un valioso punto sin jugar. Se dijo que habría sido parte de una estrategia psicológica para poner nervioso a Spassky. Lo cierto es que ganó el match con soltura, coronándose campeón. En Stgo. los fanáticos seguíamos el match paso a paso; eran tiempos sin internet, y había un par de tiendas que pusieron un tablero en su vitrina, e iban replicando las movidas que llegaban a través del télex. Afuera, se agolpaba el público, ávido de conocer el desarrollo de los partidos.
El match tuvo una fuerte connotación política, dado que fue la primera vez en casi cuarenta años que alguien desafiaba la total supremacía rusa en ajedrez, y porque se llevó a cabo en plena guerra fría.
Los méritos de Fischer fueron increíbles. Fue quizás el ideal americano, el ideal del hombre contra la maquinaria, pues ‘Bobby’ luchaba en realidad no sólo contra Spassky, sino contra todos los maestros rusos juntos. Esto lo llevó a aprender el idioma ruso, para poder escuchar y entender cómo los soviéticos se soplaban movidas entre sí durante los descansos y pausas de los torneos.
Tres años después le tocó defender su título mundial, pero puso una serie de exigencias que la Federación no le aceptó, y fue destronado sin jugar. Desapareció por casi veinte años, hasta que hizo un match amistoso -nuevamente con Spassky- el año 1992, que por cierto volvió a ganar, para nuevamente retirarse de la vida pública. Este match sin embargo le significó ser considerado un traidor y quedar en la lista negra de la CIA y el FBI, ya que fue jugado en Yugoslavia, país vetado en ese momento por Estados Unidos.
Fischer fue sin duda lo mejor que ha producido el ajedrez mundial. Un estilo impecable, un dominio excelente en todas las fases de la partida, y una capacidad de combinación impresionante, hacen de él algo único. Cuando el campeón mundial Kasparov –el año 1997- perdió frente a la computadora Deep Blue, en mi fuero interno deseé que reapareciera Fischer y jugara contra Deep. Esto no ocurrió, pero estoy convencido, sin la menor duda, de que Fischer le habría ganado a la máquina, y habría obtenido un gran triunfo, esta vez no para él ni para Estados Unidos, sino para toda la humanidad. Ver más sobre Fischer en esta excelente página.
Bobby: cumpliste muy bien tu misión: ¡ Descansa en paz !
Comenzó a jugar el ajedrez a los 6 años, y quienes lo rodeaban descubrieron casi de inmediato su talento. Antes de los 12 años ya ocupó posiciones de privilegio en el ranking de Estados Unidos. A los 13 años vino a Chile, y perdió una de sus partidas frente al maestro Jáuregui, que lo hizo llorar. Pero este llanto, que podría interpretarse como una niñería, fue todo lo contrario, pues mostraba ya el enorme grado de compromiso, de entrega y de motivación que tenía Bobby hacia el juego ciencia.
Vuelve a su país y se retira del colegio diciendo “que es para bobos”. Al año siguiente, a los 14 años, consigue el título de campeón de USA. Y a los 29 años consiguió el título de campeón mundial. Su llegada al cetro estuvo caracterizada por algo increíble: en los torneos previos ganó por seis a cero a tres grandes maestros del mundo, algo absolutamente inédito. En el match mismo con Spassky, se dio el lujo de faltar a una partida, entregando un valioso punto sin jugar. Se dijo que habría sido parte de una estrategia psicológica para poner nervioso a Spassky. Lo cierto es que ganó el match con soltura, coronándose campeón. En Stgo. los fanáticos seguíamos el match paso a paso; eran tiempos sin internet, y había un par de tiendas que pusieron un tablero en su vitrina, e iban replicando las movidas que llegaban a través del télex. Afuera, se agolpaba el público, ávido de conocer el desarrollo de los partidos.
El match tuvo una fuerte connotación política, dado que fue la primera vez en casi cuarenta años que alguien desafiaba la total supremacía rusa en ajedrez, y porque se llevó a cabo en plena guerra fría.
Los méritos de Fischer fueron increíbles. Fue quizás el ideal americano, el ideal del hombre contra la maquinaria, pues ‘Bobby’ luchaba en realidad no sólo contra Spassky, sino contra todos los maestros rusos juntos. Esto lo llevó a aprender el idioma ruso, para poder escuchar y entender cómo los soviéticos se soplaban movidas entre sí durante los descansos y pausas de los torneos.
Tres años después le tocó defender su título mundial, pero puso una serie de exigencias que la Federación no le aceptó, y fue destronado sin jugar. Desapareció por casi veinte años, hasta que hizo un match amistoso -nuevamente con Spassky- el año 1992, que por cierto volvió a ganar, para nuevamente retirarse de la vida pública. Este match sin embargo le significó ser considerado un traidor y quedar en la lista negra de la CIA y el FBI, ya que fue jugado en Yugoslavia, país vetado en ese momento por Estados Unidos.
Fischer fue sin duda lo mejor que ha producido el ajedrez mundial. Un estilo impecable, un dominio excelente en todas las fases de la partida, y una capacidad de combinación impresionante, hacen de él algo único. Cuando el campeón mundial Kasparov –el año 1997- perdió frente a la computadora Deep Blue, en mi fuero interno deseé que reapareciera Fischer y jugara contra Deep. Esto no ocurrió, pero estoy convencido, sin la menor duda, de que Fischer le habría ganado a la máquina, y habría obtenido un gran triunfo, esta vez no para él ni para Estados Unidos, sino para toda la humanidad. Ver más sobre Fischer en esta excelente página.
Bobby: cumpliste muy bien tu misión: ¡ Descansa en paz !
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TRIBUTO A BOBBY FISCHER
Corría septiembre de 1988, y aún recuerdo la viva emoción que me causó advertir en una librería de Mar del Plata, el libro de Pablo Morán: “Bobby Fischer” su vida y partidas; aquel día había llegado a mis manos la obra que siempre esperé encontrar; y que por muchos años fue mi más preciada literatura, junto al libro de Gligoric, Los Campeonatos del Mundo de Botvinnik a Fischer, que fue un apreciado regalo de mi querido hermano.
Demás está decir que los “devoré” ávidamente, tanto su particular biografía, como la reproducción con sumo deleite de las partidas contenidas; siendo casi una obsesión el de llegar a recopilar todas las que ha disputado, desde sus inicios hasta su lucha por el Campeonato del Mundo. No pasarían muchos años en que conseguiría este objetivo. Por aquella época aún discutían en encarnizadas y épicas batallas, la supremacía del trono mundial, los otros dos gigantes, Karpov y Kasparov.
Otro agradable episodio acaecido en mi juventud, fue conocer a una distinguida persona, quien a su vez conoció al mismísimo “Bobby” Fischer, y si eso fuera poco, jugó una partida contra Él! siempre guardaré en mi memoria la narración de mi amigo el MF Aníbal Aparicio (por muchos años el mejor ajedrecista del norte Argentino), cuando Bobby visitó Salta en octubre de 1971 para dar una sesión de simultáneas, después de derrotar en Bs. As. la finalísima del Candidatos a la “Boa” Tigran Petrosian. El Joven Universitario Aníbal, era ya por entonces un fuerte ajedrecista, que se ganó el privilegio de participar en la sesión, como uno de los rivales de Bobby. Cuenta El, que era una noche intensamente lluviosa, y cuando se pensaba que el invitado ya no llegaría, el astro americano de repente hace su aparición! y sin protocolo ni banalidades, instruyó a todos ejecutar por su cuenta e4! “Everybody plays pawn four king!”, pasando luego a responder vertiginosamente de mesa en mesa de las veinte que contempló el evento. No menos interesante le fue contemplar sus peculiares ademanes; y en el tradicional saludo, al estrechar la amplia mano del Gran Maestro y mirar su rostro, dijo ver unos expresivos ojos de penetrante mirada; que presagiaban el devenir de una insólita celebridad mundial. No creo que entonces le haya afectado mucho el resultado deportivo de la contienda (y a todos sus compañeros!), pues acababa de verificar técnicamente, las consecuencias de una “pequeña” inexactitud, en respuesta a una de las líneas abiertas, derivadas de la apertura de e4 de las Blancas. Reitero que mi amigo ya era un fuerte candidato a Maestro, pero estuvo jugando contra “El Maestro”. Lo suyo realmente fue una experiencia extraordinaria!
Mucho se ha escrito acerca de Bobby, de sus colosales proezas, su prodigiosa memoria, su agresivo, combativo y único estilo, y principalmente su férreo instinto asesino. Pese a todo ello, creo que cada uno de los que admiramos el arte de este inefable ajedrecista, tenemos nuestra propia opinión acerca de su estilo, sus fortalezas y debilidades; y lo que supusiera para la historia del ajedrez, su continuidad después de aquel épico match con Spassky en Reykjavic 1972.
Admito en que antes, durante y posterior a él, existieron jugadores al que los expertos denominan más “brillantes”, como por ejemplo: Alekhine, Bronstein, Tahl, Spassky, Stein, Kasparov y últimamente Shirov. Pero porqué se les considera jugadores más brillantes?!
En mi modesto entender, estimo que un jugador considerado brillante, es aquel que regularmente ejecuta partidas deslumbrantes, caracterizadas por combinaciones, sacrificios en serie y fulgurantes ataques; pero que pese a que producen una honda sensación estética, las mismas por lo general no resisten profundos análisis, al hallarles los especialistas algún hueco u “hole” que descalificaba el llamarlas partidas perfectas; concluyéndose que una partida “brillante” no precisamente es impecable; pero una partida perfecta necesariamente es una auténtica brillantez, por su calidad y desarrollo en conjunto. Es aquí a donde apuntaba la maestría de Fischer, pues su juego fue puro y lógico, siempre buscaba la verdad, y la encontraba gracias a su portentosa erudición, su genialidad en cada fase de la partida y su profunda capacidad de cálculo; cualidades éstas, que generalmente le reportaba conducir sus partidas con precisión impecables.
Si consideramos que una partida de ajedrez magistralmente jugada, consiste en una conducción que vincula coordinada y eficazmente todas las facetas del juego (transición de la apertura al medio juego y de éste al final), para cuyo efecto se ha dispuesto de inventiva, creatividad y precisión; la obra así labrada no puede ser menos que una gema, una obra de arte; y una obra así, no puede ser ejecutada invariablemente por un prominente Gran Maestro, sino por un jugador necesariamente genial, y ésta cualidad la poseyó Bobby. Cierto es que Fischer no forzaba (tampoco las evitaba) generar posiciones complejas e inciertas para desarrollar deslumbrantes ataques, pues actuaba según las particularidades de la posición; consecuentemente con ello, si en la misma disponía de una ventaja microscópica pero tangible, optaba por el procedimiento técnico más eficiente, simple pero demoledor, al más puro estilo de Capablanca; cuando la característica de la posición demandaba definición por la vía rápida, infaliblemente desplegaba una fulgurante combinación al estilo de Morphy; y si a su vez, la contienda reflejaba equilibrio; para asirse con la iniciativa, el enérgico juego de Bobby siempre se mostraba combativo, explotando sus posibilidades hasta el límite, forzando a sostener una intensísima lucha a muerte, hasta el último peón!; semejante presión, quebrantaba la resistencia de sus rivales, procediendo a su ejecución con una letal secuencia. Muchas víctimas, entre ellos destacados Grandes Maestros, indicaron que les resultaba muy desagradable jugar contra un oponente con un instinto tan asesino. Esta persistencia y voluntad férrea de ganar, recuerda al gran luchador que fue Lasker; y es que en su juego se fusionaban virtuosamente las cualidades de estos gigantes (especialmente el de Capablanca), pudiéndose sintetizar que su combativo estilo era universal, dominando tanto el juego posicional como el combinativo, con una marcada fiereza agresiva; ello consecuentemente le erigió constituirse a Bobby Fischer, en el más grande talento natural, que unido a sus inigualables logros y altos porcentajes, le reportó el incuestionable honor de ser considerado el más completo ajedrecista que ha existido.
Empero, la necesidad de tener el control absoluto de la partida, le inducía a no extenderse demasiado en ejecutar movimientos especulativos de extremo riesgo, donde no es posible para ningún humano estimar las consecuencias a través del cálculo; es por ello que en sus partidas, no se advierte frecuentes posiciones confusas, sino posiciones propensas a la claridad. De ahí es que resulta difícil señalar sus debilidades, pero como todo ser humano indefectiblemente los tiene, posiblemente una debilidad de Fischer radicaba en pretender dominarlo todo, pero el ajedrez es prácticamente infinito, por lo que es imposible abarcarlo con el cálculo concreto de variantes, pese a su incomparable comprensión y conocimiento del juego; puesto que en determinadas situaciones, la posición de una partida indistintamente su complejidad, requiere a veces del aspecto intuitivo, que aunque tal vez no le faltaba, generalmente no recurría, por considerarlo especulativo; y el hueco que dejaba este afán, era donde sus oponentes encontraron ocasionalmente su oportunidad. Asimismo analizando la causa de sus derrotas, se denota que fueron consecuencia de su pragmática tendencia a aceptar casi ineludiblemente sacrificios de peón, pues siempre jugó a ganar, y su gran confianza en si mismo, le permitía resistir la iniciativa rival, rechazando su ofensiva, para pasar luego a un mortal contraataque; pero esto invariablemente significaba defenderse al borde del abismo, y precisamente por lo anteriormente expuesto, es que se producían sus aisladas capitulaciones.
Antes de su gran ascensión al más alto podio, Miguel Tahl, Efwim Geller y Boris Spassky, fueron los rivales contra quienes más dificultades tuvo. Probablemente por ello, es que un hipotético match entre Fischer y Kasparov en sus respectivos mejores tiempos, hubiera marcado el más emocionante e interesante encuentro de todos los tiempos; cuyo vaticinio de su resultado, no me aventuro a expresar, pues pecaría de auténtico fanatismo; sobra y basta con la difícil tarea de predecir el resultado de su abortado match contra Karpov, el mismo que sí intentaré expresarlo…, pero me estoy adelantando un poco.
Por ahí leí que el actual campeón del mundo, comparando las carreras ajedrecísticas del undécimo y décimo tercer campeón mundial, dijo que Kasparov es un poco mejor que Fischer…, obviamente, la opinión de Anand es digno de toda consideración y respeto; pero he aquí que no es explícito, “un poco mejor en que?” por lo que en mi modesto entender, permítaseme intentar aclarar esta ambigüedad, y discrepar con él por las siguientes razones:
Considerando que Kasparov dispuso de todo cuanto precisó para obtener el máximo efecto en su rendimiento, como ser una portentosa instrucción del mejor maestro al que se puede aspirar (Botvinnik), los mejores ayudantes y analistas, y la invaluable experiencia que le reportó jugar extendidos matches con el más fuerte maestro en el arte del juego posicional (Karpov); prerrogativas éstas, que le permitieron universalizar su estilo y tal experiencia práctica, le propició conseguir el más alto título. En contraposición, Fischer ha conseguido sus singulares logros, absoluta y literalmente sólo, pues desdeñó a los ayudantes que le asignaron para su enfrentamiento en el campeonato mundial contra Spassky, alegando que “sólo otro Fischer podría ayudar a Fischer!”. Fue un genuino ejemplo de autodidacta, una especie de intrínseca fusión hombre-ajedrez, que estableció sin paralelismo, el mayor distanciamiento en nivel de juego con respecto a sus más fuertes rivales contemporáneos; pero lamentablemente una vez obtenido el máximo galardón mundial, debido a su autoenclaustramiento y ostracismo, no culminó a consolidar su obra y demostrar su posterior hegemonía. Por lo que si Anand quiso decir que Garry al tener una carrera más convincente como Campeón Mundial por el mérito de mantenerse en la cumbre por más de veinte años con sus ininterrumpidos éxitos deportivos; le considera “un poco mejor”, probablemente tenga razón; y en el caso de referirse a lo estrictamente técnico como la calidad de juego, considero que sus niveles llegaron a ser equivalentes, ya que cada uno en su tiempo produjeron auténticas joyas, tanto en el juego de posición como en el combinativo; aunque estas últimas por cuestiones de estilo, hayan sido más frecuentes en las partidas de Kasparov; denotando empero, que de manera habitual, dispuso a su servicio de la valiosa cooperación de prestigiosos analistas, entrenadores y segundos; ello por supuesto, no desmerece en absoluto su impresionante carrera. Pero en lo que discrepo completamente con el actual Campeón Mundial, es que si se refirió a lo eminentemente deportivo y fuerza ajedrecística; pues, aunque Kasparov monopolizó convincentemente su dominio en el ajedrez mundial a través de un regular juego brillante, la magnitud de su hegemónica superioridad con respecto a sus contemporáneos, fue inferior al establecido por Fischer. Asimismo su más enconada lucha se desarrolló en un escenario donde los más fuertes oponentes precisamente fueron sus propios co-nacionales, y no así la concentrada fuerza de una legión de los mejores jugadores del mundo, al que Fischer tuvo que enfrentar, en el período de mayor aspereza política (la Guerra Fría entre la URSS vs. EEUU).
En la célebre versión de la obra de Goethe, El Dr. Fausto, vende su alma al diablo a cambio de conocimiento y poder. Fischer en cierta forma, pactó lo mismo a sus 13 años con Caissa la Diosa del ajedrez (justo antes del Torneo de Rosenwald 1956), a quien por su entera devoción y amor al juego de reyes, pidió a cambio el don del mayor talento ajedrecístico, jamás brindado a una mente humana. Por lo que parafraseando la dimensión del logro deportivo de Fischer, resulta semejante al resultado del siguiente encargo que le hiciera Caissa: “…, de acuerdo, te daré el don, pero además me pides ser el Campeón Mundial! pues bien entonces prepárate para iniciar la obra más grande de tu vida! deja a tu familia y sígueme; estudia y analiza concienzudamente las partidas de todas las épocas, pero eso sí, tendrás que trabajar solo! luego sal y enfrenta enconadamente a todos ellos; no los temas, respétalos, pues serán los mismísimos ex-campeones y mejores jugadores del mundo, que en bloque y con todas sus fuerzas, te pondrán todos los obstáculos a su alcance…, y aún más en aras de defender para su nación, el monopolio del prestigio intelectual que les pertenece y les es lo más preciado; pero tú sigue, no importa cuantas veces caigas, levántate, y vuelve a levantarte, no hay dolor! lucha como un genio que ahora eres, derrótalos y emerge como retador; luego hazme testigo de tu gesta con una ofrenda, emulando lo que hizo Julio César: vini, vidi vici, arrebatando el trono al Campeón del Mundo…!”
Creo que muy pocos mortales aceptarían consagrar su vida a semejante objetivo por tan estrecho y espinoso sendero!; en esas condiciones hubiera sido una hercúlea y prácticamente imposible tarea incluso para el mismísimo Kasparov, el mejor discípulo (pero tal vez no el mejor autodidacta) de la escuela soviética; pero he aquí, que el encomendado por Caissa se llamó Robert James ”Bobby” Fischer. Quien antes de concretizar el objetivo de tan magnánima empresa, Fischer dominó el ajedrez mundial durante tres años (y cómo lo dominó!), en los mismos ha demostrado una fuerza deportiva excepcionalmente superior, al haber rozado la perfección por la casi ausencia en su juego de todo error ajedrecístico, habiéndole ayudado a su innato y sin parangón talento, el asombroso coeficiente intelectual de 184 (el nivel de un genio!), indicando que su genialidad se codeaba con los de Aristóteles, Da Vinci, Newton y Einstein!. Entonces quiere decir, que dispuso a su servicio de todas las virtudes y cualidades mentales que Caissa distribuyó entre sus “geniales predecesores”.
Por lo que Sr. Anand por favor excuse Ud. a este modesto admirador suyo, pero por todos los argumentos vertidos, considero que Fischer fue el más grande y genial ajedrecista de todos los tiempos; y en ese contexto, creo que una legión de ajedrecistas no le discutirán que Kasparov no tiene rival, en el segundo puesto; con el respetuoso permiso de Capablanca y Alekhine.
En cierta manera coincido con Kasparov en que posiblemente Fischer temió perder su título ante Karpov en 1975 (aunque creo que es más preciso decir que dudó retenerlo); pero acaso tener miedo es malo y no es de humanos? acaso alguno de los más grandes logros no se han conseguido por efecto del miedo al provocar la inyección de una fortificante adrenalina que en determinados y excepcionales humanos, les ha estimulado el ardor deportivo?. Fischer era consciente que mientras él estaba alejado de las lides en el tablero (al menos deportivamente), la grandiosa campaña de la extinta URSS, movía cielo y tierra en aras de producir en el firmamento soviético otras estrellas dignas de relevar a la vieja, brillante pero alicaída guardia. Paralelamente de manera ferviente se buscaba producir al talento capaz de recuperar la corona en manos de occidente y precisamente del país que más dolor les produjo perder la hegemonía. La nueva estrella portaestandarte no les tardó en llegar, cuando después de una exhaustiva serie de matches en el candidatos, se erigiera como desafiante al trono, alguien que convincentemente derrotó al otrora contendor de Fischer, Spassky, no obstante probablemente éste no se encontraba en mejor forma que en 1972 aunque haya aducido lo contrario (dado el tremendo golpe psicológico sufrido a manos de Bobby en el match del Siglo); seguidamente Karpov consiguió algo similar con Korchnoi. Indudablemente para Fischer el nuevo gigante le era totalmente desconocido, resultándole incómodo la idea de disputar un match contra quien nunca ha jugado partida alguna, y a quien Spassky por experiencia propia, le definió como un Petrosian mejorado, dado su excepcional solidez, depurado estilo, y mayor espíritu combativo!
En efecto! a Karpov (por precisas y ardorosas instrucciones del Kremlin) le habrían dispuesto a su servicio de toda la maquinaria soviética, dotándole de un colosal apoyo (entrenamiento, analistas, ayudantes, psicólogos, preparadores físicos, material logístico, etc.) para destronar al temible americano. Dado estas consideraciones es comprensible (aunque no aprobable) que Bobby impusiera duras condiciones para encubrir su inseguridad, que a la postre le fueron negadas con la deposición del título.
Empero a su vez, también me animo a discrepar con Kasparov, cuando indica en el Tomo IV de su magnífica serie “Mis Geniales Predecesores”, que de haberse disputado el match de 1975, Karpov de 24 años lo hubiera ganado. Si bien lo que esgrimo también es una especulación, pero creo que no sin sentido ni argumento; probablemente Karpov hubiera comenzado ganando el match, dado su óptimo estado de forma por su continuidad deportiva en los fuertes y provechosos matches previos; empero durante el transcurso del match, el “aletargado” Fischer aunque no sin dificultades, habría paulatinamente recuperado su forma, revirtiendo el tanteo gracias a su experiencia, fenomenal espíritu de lucha y voluntad reconocidas, hasta ganar posteriormente el encuentro; pues pese a su retiro, aún estaba en la cresta de su potencial, y en ese nivel, el mejor Fischer era insuperable. Una hipótesis que corrobore esta afirmación se basa en que Karpov recibió un importante apoyo (similar al que se le habría brindado ante Fischer) para derrotar al “Terrible” y apátrida Víctor Korchnoi, pero que pese a estas prerrogativas acontecidas en Baguío 1978, no ha demostrado impecabilidad en su juego ni una superioridad muy tangible, dado que la diferencia de puntuación ha sido ajustada (6 – 5), donde un consolidado Karpov de 27 años, tuvo dificultades para derrotar a un Korchnoi de 47, quien en sus mejores tiempos ha sido derrotado por Petrosian en 1971 y convincentemente por Spassky (10 años atrás) en 1968, y a quienes, Fischer literalmente aniquiló en 1971 y 1972 respectivamente; implicando que Korchnoi en 1978 pese a vengarse en la fase de candidatos de los ya afectados ex-campeones Petrosian y Spassky en 1974 y 1977 respectivamente, no podía ser mejor así mismo en 1971 (al menos deportivamente). Por ende y ley Transitiva, a su vez, la fuerza de Karpov no podría ser superior a la de un más maduro y experimentado Fischer en la plenitud de sus facultades en 1975. Por lo que de haberse jugado ese match, Fischer lo hubiera ganado, pero de haber retornado nuevamente al ostracismo, en el siguiente ciclo 1978 o el sub-siguiente en 1981, probablemente Bobby hubiera perdido, pues ante la cismática e inconstancia, no hay genio al que la Diosa y la vida no terminarían por castigar; prueba de ello aunque por diferentes razones, es lo que les pasó en su momento, a los entonces invencibles Capablanca y Alekhine.
Cómo habríamos disfrutado ese encuentro! tanto, que hasta a veces pienso que fue una lástima y gran pérdida para el ajedrez, que no se hayan aceptado esas sus excesivas condiciones, con tal de haberlo vuelto a ver en acción…! Pero por favor! seamos objetivos! me excusan? pero es el sentimiento de alguien que aún delira por lo que pudo ser y no fue. Pero permítanme continuar. De haber sido un genio más equilibrado continuando vigente, la ley de la vida se hubiera impuesto, ya por la edad, la disminución de sus fuerzas y el aumento de la de sus rivales, en algún momento hubiera caído (tendrán razón los que sostienen que la CIA, para evitar lo posteriormente inevitable, ocultaron a Fischer…?) ya en manos de Karpov o de Kasparov; ciertamente ello nos habría dolido a muchos y alegrado a otros…, pero que fantásticas luchas habrían producido! marcando hasta entonces, el período más enigmático, emotivo e interesante reinado de toda la historia de este milenario juego. Cuánto perdió el ajedrez con su prematuro retiro!
En 1982 se supo que en Pasadena fue arrestado por ser confundido con un delincuente, cuenta él que fue torturado para admitir injustamente su culpabilidad. Posteriormente corrieron rumores que se encontraba en una crisis económica, y que vagabundeaba errante para granjearse sustento, cuando su sola participación en un torneo comercial, le hubiera bastado para asegurar su futuro económico!. Pero Fischer era fiel a si mismo, nunca el dinero le fue más importante que sus propias convicciones. Cuántas historias se generaba y ventilaba en torno a su mítica figura!. El misterio y el enigma enarbolaron a Fischer como a ningún otro personaje, no sólo del mundo del ajedrez.
En cualquier evento ajedrecístico estaba presente el nombre de Bobby, las tertulias eran amenas, pues hablar del genio era cercano a hablar del escocés William Wallace, o de Ulises, Aquiles u otro héroe mitológico. Pues la pregunta no contestada del millón siempre era el mismo, donde está Fischer? …, dicen que lo vieron …, que está allá, y está igual, deformando sus bolsillos con todo retazo de periódicos que encuentra sobre artículos de ajedrez, que gana todas las partidas blitz que juega contra los GMs…!, y está al tanto del acontecer mundial, que prepara su retorno para restablecer el orden...
Se dijo tantas veces que se tramitaba su retorno a las lides ajedrecísticas, pero para desilusión de sus acérrimos seguidores, siempre se supo que se abortaron las negociaciones, por lo que hasta el más crédulo, ya no creía en su regreso. Estaría escrito el destino, que nunca más tornaríamos a verle en su clásica pose, pensando jugadas, que volvieran a deleitar al mundo de las 64 casillas?
Fischer Vuelve…!!! decían los titulares de los periódicos en agosto de 1992. Parecía verdad! Los trámites organizativos del célebre match de revancha con Spassky estaban en marcha; pero todo podía suceder con el imprevisible Bobby, hasta incluso iniciada la contienda!
Su retorno naturalmente me causó honda emoción. Como será ahora después de veinte años? seguirá manteniendo su nivel de juego? Después de ganar a Spassky retará a Kasparov? Eran las típicas preguntas de un fan. Tras su brillante debut en la primera partida, seguí con gran entusiasmo el desarrollo de todo el match, esperando que después de unas cuantas dubitaciones, recupere finalmente su forma y aplaste a Boris, y a soñar en un match con Kasparov (estas emociones acaso se vive dos veces! una película de James Bond dice que sí!) pero no ocurrió de esa manera…! Un balance general después del match indicaba que Fischer ya no era el mismo, pese que en algunas partidas mostró destellos de su legendario talento, pero la vida siempre pasa la factura y su alejamiento e insuficiente preparación le impidió definitivamente recuperar su nivel anterior; Kasparov dijo que se “fosilizó”. Si bien ya no fue un gran mérito, pero volvió a derrotar por 10 a 5 a su antiguo rival, también lejos de su mejor nivel. Pese a todo, fue indefectible que se hablaría luego de un encuentro contra Kasparov; pero siendo honesto conmigo mismo, en el fondo ya no deseaba que se lleve a cabo (a nadie hará feliz que destruyan la aureola del héroe que más se admira!), pues no era difícil prever respecto de quien hubiera sido el vencedor; inclusive ante un hipotético encuentro con el mismo Karpov de entonces.
El embargo aplicado a la ex Yugoslavia, derivó en la prohibición a todo ciudadano norteamericano de sostener cualquier vínculo o relación comercial con este país; instrucción que fue deliberadamente omitido por Fischer al jugar el match con Spassky en Sveti Stefan en 1992, en parte como repudio a la nación que antaño dedicara su hazaña, y que luego comenzara a herirle de “muerte” con el primer desaire que tuvo al llegar a su tierra, y no ser invitado a la Casa Blanca por Nixon (a quien hasta entonces tanto admiraba); pues definitivamente su esfuerzo y heroísmo no le fueron debidamente reconocidos, pero no por su gente, sino por quienes precisamente le pidieron en nombre de la nación alcanzar la gloria; éste, futuras injusticias y persecuciones, incluyendo desengaños con su iglesia, le fueron minando, provocándole los primeros síntomas de una paranoia crónica que le acompañaría y se agudizaría en las postrimerías de su vida. Estas decepciones indefectiblemente alteraron sus sentimientos, hasta llegar a un enfermizo odio; por lo que consideró que su “enemigo” no podría prohibirle jugar donde él quisiese. Su desacato le supuso arresto con privación de libertad y una multa de $us. 200.000,00
A su huida de la zona embargada y esquivando la sanción, Bobby volvió a desaparecer hasta 1996, año en que su viejo amigo y colega el GM Miguel Quinteros, conjuntamente con el entonces Gobernador de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, quien mas tarde fuera Presidente de la Nación (se saluda su entusiasmo por el ajedrez) le atrajeran a la Argentina, para presentar la invención de su ajedrez aleatorio, el “Fischerandom” o Ajedrez 960. Hoy existen numerosos simpatizantes de esta modalidad entre GMs de élite; cuya principal característica radica en sortear la posición inicial de las piezas, donde en el desarrollo del juego, pierde valor práctico la erudición de la teoría de aperturas. En las postrimerías de su vida, Fischer desafió a Karpov y Kasparov a un match bajo esta modalidad, pero al parecer, no recibió respuesta alguna.
Después se supo que estuvo por Alemania, Filipinas, Japón y Hungría, donde tuvo contactos con el GM Peter Leko y las hermanas Polgar (Zsusza, Sophia y Judith), con quienes habría intercambiado ideas y análisis de partidas, descontando que también jugaron algunas. Posiblemente algún día salga a la luz mayor información sobre estos interesantes encuentros.
En el año 2001 ocurrieron penosos acontecimientos para la historia, como aquel fatídico 11 de septiembre con el ataque a las torres gemelas, en noviembre la triste ida del que fuera integrante de la banda más influyente del siglo XX, el ex Beatle George Harrison. Pero en ocasión de lo sucedido el 11 de septiembre, un exultante ciudadano americano hablaba efusivamente por una emisora de Filipinas, expresando su beneplácito por el suceso. Su desequilibrio emocional y los síntomas de paranoia comenzaban a agudizarse vertiginosamente.
Hubo un tiempo en que “alguien” anónimo, regularmente participaba en el ICC, a través de la red internet, jugando partidas rápidas, destrozando a todos abriendo el juego con las prosaicas pero originales jugadas 1. f3?.., 2. Rf2?!... (o su análogo con negras); la víctima más famosa fue Nigel Short (Sub-Campeón Mundial oficioso en 1993), quien narró que recibió un verdadero aporreo a manos de este misterioso contendiente, a quien entre movimiento y movimiento le preguntó: conoce Ud. a Armando Acevedo? La respuesta no tardó en llegar…, “Siegen 1970” (Acevedo fue un fuerte ajedrecista mejicano contra quien Fischer jugó en la Olimpiada de Siegen - Alemania 1970), Short según dijo, estuvo convencido en un 99% que había estado jugando contra el genio americano, quien posteriormente negó haber sido el aludido “oponente”. A mi juicio Fischer no mintió, pues sentía verdadera aversión a lo falso; y esto en más de una ocasión, quedó demostrado su legítima honradez; por lo que Short debió jugar contra algún poderoso programa, instalado en alguna potente computadora, y obviamente manipulado por un (o unos) hábil técnico, no contrario a Fischer obviamente; pues muy pocos responderían al toque, sobre tópicos que solamente revela una previa y sugestiva lectura…
En julio de 2004 en el aeropuerto de Narita - Japón, fue arrestado al portar pasaporte caduco, pero la razón principal fue la antigua sanción impuesta el “92” por George Bush (Padre), manteniendo su vigencia George W. Bush (hijo). Después de meses de negociaciones, finalmente en el año 2005, Fischer adquiere la nacionalidad Islandesa, lo que le permite liberarse de su arresto y radicar en el país anfitrión que fue testigo presencial de su epopeya.
El nuevo hijo mimado de Islandia vivió el último período de su vida, deambulando por las calles de Reikjavic entre la biblioteca central y alguno que otro lujoso restaurant. En el mes de noviembre de 2007, se supo que le internaron en alguna clínica de la ciudad con claros síntomas de paranoia y demencia senil, aquejado de una rara e incurable enfermedad renal degenerativa. Sus más allegados encubrieron hasta el último la seriedad de su mal.
Habría pasado las fiestas de fin de año con su esposa Miyoko Watai (Presidenta de la Federación Japonesa de Ajedrez), a quien se agradece haberlo acompañado. Su mal se agudizó a mediados de Enero del presente año. No puedo imaginarme lo triste y amargo que debe ser, saber que ya no tendremos un mañana! pues desde hace varios meses atrás, Fischer sabía que su salud era irreversible, que la muerte rondaba su alcoba, por lo que prefirió pasar con los suyos el resto de sus días, que al cuidado especial y artificial de la ciencia. Desde entonces habría instruido la ubicación de su última morada y las personas que estarían presentes en su entierro. Bobby tuvo un “corazón valiente”, no podía ser de otra manera, pues en él tanto talento resultó ser proporcional a su entereza; definitivamente incluso en sus últimos días, Fischer demostró su integridad, viviendo su vida “a su manera…”
Por lo que trascendía en su entorno, supe que después de su fallido desafío a Karpov y Kasparov para un match bajo su modalidad, Fischer había determinado alejarse definitivamente de todo vínculo ajedrecístico; y recibí con tristeza la noticia de su internación, deseándole pronta recuperación, sumándome a la consigna “dejen en paz al maestro”, “dejen que viva dignamente el resto de su vida” en el país que afectuosamente le acogió. Hasta entonces nos era desconocida la seriedad de su dolencia, por cuanto estaba lejos de pensarse que su vida corría real peligro, pues al menos eso informaban (no sin razón!) sus allegados. Pero cuando me enteré de su muerte, sólo el deceso de mi padre y otros seres queridos me causó mayor dolor; me llené de estupor y consternación, apenas pude contener que me escurriera un par de lágrimas (dije Fischer no, no, tu nooo!). El genio se había ido, pero mientras se juegue al ajedrez, su nombre vivirá por siempre. Bobby Fischer, verdaderamente no te has ido y nunca te irás, eres un grande y los más grandes son eternos.
Cuánto debiste sufrir amigo! Ya no quiero llorar, porque sé que hoy eres feliz al estar con tu familia (tu madre Regina y tu hermana Joan), y tus amigos Morphy, Steinitz, Pillsbury, Tarrasch, Marshall, Lasker, Capablanca, Alekhine, Euwe, Stein, Keres, Petrosian, Reshevsky, Tahl, Botvinnik, Najdorf, Geller y Bronstein; todos ellos te acogieron, como cuando se acoge al que más se espera.
Gracias Bobby por esas maravillosas horas que viví en mi juventud a través de tus inolvidables partidas. Quizás no fuiste un hombre feliz en tu paso por esta vida, pero hiciste algo grande, lograste en ella lo que te hizo ganar el cielo, el hacernos felices a todos los que amamos el juego que fue tu vida, por lo que pido al Todopoderoso recompensar tu legado.
Te llevaste “64” casillas del tablero y un Rey con quien te trocaste, podrá entonces volver el ajedrez a ser el mismo? No lo sé, pero lo que realmente siento, es que mi pasión por el juego ya nunca será el mismo.
El que escribe estas líneas es un sencillo mortal, y algún día alguien tocará mi puerta y también tendré que partir; y de permitirme la providencia divina estar allí, te buscaré, y seguramente te encontraré jugando algún torneo, aunque marchando segundo, pero tomándote tu revancha ante Tahl…
Adiós amigo, hasta siempre! cuánto te extrañaremos! que encuentres paz eterna al lado del Altísimo!
Dios, Dios espera! no te enojes con el que te empató la partida…!
Autor: Jorge A. Padilla R.
Email: jorgealainpadilla@hotmail.com
Blogger Jorge Padilla Ríos dijo...
TRIBUTO A BOBBY FISCHER
Corría septiembre de 1988, y aún recuerdo la viva emoción que me causó advertir en una librería de Mar del Plata, el libro de Pablo Morán: “Bobby Fischer” su vida y partidas; aquel día había llegado a mis manos la obra que siempre esperé encontrar; y que por muchos años fue mi más preciada literatura, junto al libro de Gligoric, Los Campeonatos del Mundo de Botvinnik a Fischer, que fue un apreciado regalo de mi querido hermano.
(...)
El que escribe estas líneas es un sencillo mortal, y algún día alguien tocará mi puerta y también tendré que partir; y de permitirme la providencia divina estar allí, te buscaré, y seguramente te encontraré jugando algún torneo, aunque marchando segundo, pero tomándote tu revancha ante
Mikhail Tahl. . .
Adiós amigo, hasta siempre!
cuánto te extrañaremos!
que encuentres paz eterna al lado del Altísimo!
Dios, Dios
espera! no te enojes con el que te empató la partida…!
Autor: Jorge A. Padilla R.
Email: jorgealainpadilla@hotmail.com
19 de marzo de 2008, 18:06
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2001
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Etiquetas: ajedrez, coronación del peón, Horst Bussenius, piezas de ajedrez, simbolismo, simbolismo del ajedrez, simbolismo del tablero Enlaces a esta entrada
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(...)Cierto; tienes sólo aquello que has compartido.
El amor no es una propiedad para ser guardada;
es un RESPLANDOR, es una FRAGANCIA para ser compartida.
Cuanto más compartas, más tendrás,(...)
.Gracias HBC.
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