La inteligencia, al igual que muchas otras características psicológicas, viene dada por dos aspectos fundamentales: la herencia y el medio ambiente. La herencia, lo genético, da los límites a los cuales se puede llegar, pero depende de la estimulación (o sea del medio ambiente), cuánto puede acercarse el desarrollo de la inteligencia de un niño a ese límite máximo.
La inteligencia, aunque no se puede desarrollar a voluntad, no es tampoco inmutable, sino que puede ser aumentada o disminuida en alguna medida como consecuencia de que haya sido o no estimulada; dado que está compuesta de la interacción de varias capacidades psíquicas. La estimulación de estas capacidades se traduce un cierto aumento de ella. Esto es especialmente importante en el caso de los niños, quienes, si han tenido una adecuada estimulación intelectual, pueden enfrentar mejor todo tipo de desafíos cognitivos que la vida les depare.
Una forma de estimular la inteligencia es trabajar según el modelo de las habilidades, es decir incentivar el uso de diversos factores o capacidades psíquicas. En general, es conveniente tener presente que este tipo de estimulación tiene que cumplir tres requisitos: en primer lugar ser sistemática, como por ejemplo realizar con el niño algunas acciones todos los días durante cierto tiempo. En segundo lugar, debe ser permanente, es decir como una actitud frente al niño; por ejemplo, en cada conversación, juego, salida al aire libre, mediante preguntas u observaciones, estimular algún área de su inteligencia. Y en tercer lugar, lo ideal es que esto sea lúdico, es decir en forma de juego. De este modo, los mismos padres pueden ser las personas que mejor estimulen la inteligencia de sus hijos.
Algunas forma de trabajar con la mente del niño para estimularla pueden ser las que se mencionan a continuación. Identificar objetos por el uso: con objetos concretos o bien en láminas, hacer preguntas que lleven al niño a la reflexión. Otra forma muy parecida es pedir al niño que haga o intente definiciones, que pueden ser desde lo más sencillo, como por ejemplo pedirle que diga qué es una mesa, un perro, un lápiz, etc., hasta definiciones más abstractas, como pedirle que defina qué es arte, amor, u otros conceptos abstractos.
Hacer que el niño clasifique objetos por forma, tamaño, color, u otra variable, es también muy importante, porque esto desarrolla su capacidad de abstracción, ya que debe encontrar los elementos comunes a objetos diferentes. Se le puede instar por ejemplo, a encontrar semejanzas y diferencias entre un perro, un gato y un pollo. Paulatinamente pueden incluirse más elementos en la serie. Se puede conversar con el niño por qué agrupó los elementos a su manera. La idea es llegar a la noción de clase o categoría; por ejemplo pollo, loro y paloma, son animales que vuelan. También en forma de juego se puede nombrar un objeto -por ejemplo, radio-, y esperar que el niño nombre otros objetos de la misma categoría.
Otro tipo de estimulación importante es trabajar con el principio de causalidad, es decir que el niño vaya descubriendo la relación causa – efecto. La memoria auditiva puede estimularse pidiéndole al niño que memorice series de objetos. La ejecución de órdenes verbales, cada vez más complejas, es también importante; por ejemplo se puede comenzar por dos acciones, diciéndole “deja el lápiz en el escritorio y tráeme el libro”; luego agregar un tercer elemento, y así sucesivamente.
La comparación de atributos suele ser también un buen medio de estimulación intelectual. Por ejemplo frente a una foto de dos personas o paisajes en una revisa, preguntarle cuál de las dos es más bonita. O cuál elemento es más rápido, si lo hacemos ver un auto y una carreta.
Las soluciones a situaciones concretas son también excelentes medios de estimulación, que desarrollan lógica y creatividad. Hacerle preguntas como ¿para qué tenemos casa? ¿Qué hay que hacer cuando se tiene frío? Qué hay que hacer si te pierdes en la calle?, incentivan pensamiento lógico y creativo. Además, todos los juguetes didácticos son formas útiles de estimulación. HBC
1 comentario:
Memoria Visual
Enviado por Julio Volenski em Quinta-feira, 07 Junho, 2007 às 5:55
Etiquetas: Educación Salud Mental Principal El aprendizaje inicial de la lectura es un tema relevante para los profesionales de la educación que trabajan, en gran parte y entre otros aspectos, a formar niños lectores. Esta formación no sólo debería estar dirigida hacia aspectos formales y metodológicos, sino también hacia el incentivar el gusto y placer por la lectura. En este sentido, el conocimiento de los aspectos que ayudan a facilitar el aprendizaje lector, es relevante para todas las personas que se dedican a educar y formar a niños en edades tempranas. Los expertos e investigadores que se dedican a conocer las variables que predicen el rendimiento lector inicial, señalan que existen por lo menos dos factores de importancia para predecir este aprendizaje: uno es la conciencia fonológica y el otro, la memoria visual a través de la percepción visual ortográfica. En esta ocasión, señalaré las ideas más importante de una investigación que se realizó en la Pontificia Universidad Católica de Chile con alumnos de primer año básico de escuelas municipales de Santiago, cuyo objetivo fue investigar la relación entre el reconocimiento visual-ortográfico, la percepción y la memoria visual, con la lectura inicial. De acuerdo a lo que manifiestan los autores, la percepción visual es un proceso cognitivo que precede el aprendizaje de la lectura. Mediante ella es posible efectuar el procesamiento y memoria visual de las palabras escritas y los demás signos ortográficos. Este proceso consiste principalmente en la discriminación visual, la atención y el almacenamiento en la memoria de la información gráfica para el reconocimiento de las palabras. No se limita sólo a un proceso de percepción, pues requiere también un cierto grado de reconocimiento de las características ortográficas de los signos gráficos. Esta investigación permite afirmar que las habilidades evaluadas, tales como el reconocimiento de nombres, días, números y contenidos; conciencia de lo impreso; conocimiento del alfabeto, lectura de palabras e imágenes, percepción y memoria visual, corresponderían a un factor único que puede denominarse como ?reconocimiento visual-ortográfico?. De los resultados se desprende que la capacidad de codificar, almacenar y recuperar información de la memoria visual, constituye una condición indispensable para el reconocimiento de las palabras, independientemente del procesamiento fonológico. Estos resultados no sólo adquieren relevancia en el ámbito de las prácticas pedagógicas en la educación preescolar, puesto que incentivan a afianzar actividades en las cuales los niños puedan ejercitar la percepción de signos gráficos, la memoria visual y la atención para reconocer diferencias gráficas sutiles. También abre nuevos horizontes de estudio para tratar de conocer mejor la relación entre la memoria visual y la conciencia fonológica.
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