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2/7/11

SINCRONICIDAD

El mundo esta lleno de misterio y de cosas que aún no pueden ser satisfactoriamente explicadas ni comprendidas; sin embargo lo más interesante de todo esto es el propio fenómeno humano, especialmente nuestra psiquis.

Unos de los fenómenos psíquicos más interesantes, controvertidos e inexplicables, es la sincronicidad. Se la define como la ocurrencia de una coincidencia significativa, que va más allá de cualquier explicación racional.

Quién le puso el nombre a este fenómeno y lo estudió más a fondo fue el famoso psicólogo suizo C. G. Jung. Una situación que precisamente a él le tocó vivir, ejemplifica muy bien este fenómeno. Jung estaba atendiendo a una paciente muy difícil, y que no avanzaba en su tratamiento. En el preciso instante en que ella le contaba un sueño relacionado con un escarabajo, y para gran asombro de la paciente y del mismo Jung, apareció un escarabajo en la ventana… el resultado fue que la paciente, una dama extremadamente racional, pudo vencer un profundo trauma y abrirse a las emociones, con lo que consiguió terminar su tratamiento con éxito.

¿Existen estas coincidencias significativas, esta sincronicidad? La respuesta parece ser claramente afirmativa. ¿Nunca le ha sucedido que necesita hablar con alguien y de pronto esa persona aparece? ¿O necesita comunicarse con alguien por teléfono y justo esa misma persona lo está llamando? Estos ejemplos tan simples nos han pasado a todos alguna vez. Es como decir que todo se conjugó o concatenó de una manera especial. Encontrarse en el momento preciso, con la persona precisa, en el lugar preciso...

Toda persona que alcanza cierto grado de madurez comienza en alguna etapa a hacerse algunas preguntas sobre la existencia, su significado y su propio destino, y si presta atención, tarde o temprano descubre la sincronicidad en su propia vida.

Quien vive un fenómeno de sincronicidad experimenta una sensación de certeza, es un darse cuenta de que la vida tiene una mayor riqueza y contenido que lo pensado hasta ese momento. Que siempre hay caminos misteriosos que nos conectan a realidades de otro tipo. El estudio de la sincronicidad en la propia vida, puede por lo tanto iluminar y entregar respuestas a cosas importantes.

Explicaciones satisfactorias, como se decía, no hay; solamente teorías. Pero el fenómeno se da. Es posible que esté ligado a áreas poco conocidas del cerebro humano, como el hemisferio derecho, las áreas de asociación, y por cierto la misma emocionalidad. Lo importante es constatar la sincronicidad, y eventualmente comenzar a desarrollarla, lo que enriquece nuestra vida y es una de las formas que puede tomar el verdadero desarrollo personal. HBC

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando estudiaba Arquitectura en Chile, precisamente en Iquique, hice un proyecto para la zona de huanillos, entre la boca del diablo y el castillo.Para interiorizarme sobre el tema, consulte a muchos, desde historiadores hasta con el archivo de diarios de la epoca de los años 30 en el museo de historia de Iquique, para mi sorpresa, no habia mucho, pero si habian algunos datos interesantes, sobre la construccion del castillo, que a parte de ser la casa de la administracion del antiguo puerto salero, fue hecha para alojar a la novia del administrador o dueño, del cual desconozco el nombre, tambien se dice que ella murio de algo parecido a la pena, depresion quiza. Una de las situaciones mas curiosas la vivi cuando viajaba a huanillos en un bus para hacer unos croquis y algunas observaciones, en la cual se me acerco un viejito, que vivia en rioseco y que conocio a muchos de los que ahi trabajaron y tenia hasta fotos, me ofrecio su hogar-museo para cuando quisiera, ese mismo dia no podia....Un tiempo despues me entere de que el unico que me podia dar algunas pistas utiles del lugar, habia fallecido unos dias despues de haber hablado con el. La unica esperanza que tengo de saber mas de esa historia es visitar el museo de Rio seco, moy vinculado a Huanillos, ya que este lo reemplazo.

Espero saber si alguna vez tiene algun dato sobre el lugar..

Saludos

Anónimo dijo...

Filemon (pintura de Jung)

"Para el observador superficial", escribió,
"parecerá como la locura."

Anónimo dijo...

Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja. Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae” sino que llegado el escenario del otoño inicia la danza maravillosa del soltarse. Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento. Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría: la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación. La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja. La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros. Cada hoja al aire que me está susurrando al oído del alma ¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía! Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad. Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera. Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas. Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote. ¡Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya conocido… Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer". Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación. Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso. Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.