
Pero, ¿puede medirse la felicidad? Hay varias maneras de hacerlo, algunas tan simples como pedir a las personas que se pongan una nota de felicidad, y otras muy sofisticadas. Entre éstas últimas figura la medición de ciertos índices cerebrales, específicamente el nivel de conexión que existe entre ambos hemisferios cerebrales. En el caso de Ricard, su nivel de conexión superó ampliamente cualquier medición que se había hecho a otras personas.
El tema de la felicidad es un tópico que hoy se investiga bastante en psicología, porque no sólo es importante centrarse en el estrés, los problemas y las depresiones, sino entender cómo se puede llegar a ser feliz o al menos tener una sensación de bienestar subjetivo mayor. Puede convertirse además en un antídoto contra la depresión, enfermedad tan común y de alto costo en la actualidad.
Pero por mucho que se estudie la felicidad, nunca se llegará a una fórmula rápida y fácil

Lo que parece claro es que la felicidad no es algo que llega solo, ni algo esotérico ni tampoco tan misterioso. En la felicidad están involucrados procesos cerebrales y mentales. Pero estos procesos no se desarrollan con diez lecciones ni un par de consejos psicológicos de pasada. La gran plasticidad del cerebro al parecer permite que mediante ciertas prácticas y ejercicios se activen algunos circuitos que son finalmente los responsables de la sensación de felicidad. Algunas drogas parecen también producir o activar estos circuitos, pero es una forma artificial de lograr felicidad, además muy pasajera, y que a mediano plazo tiene consecuencias muy negativas, como contribuir a desintegrar la personalidad.
El problema de fondo para conseguir felicidad es doble: por un lado asociamos la felicidad al dinero (aunque digamos lo contrario), y por otro no estamos dispuestos a invertir en felicidad, es decir llevar a cabo prácticas y estilos de vida que nos acerquen a mejores niveles de felicidad. Pensamos que la felicidad es gratis, que la merecemos solamente porque sí, y no caemos en cuenta de que en realidad nada es gratis en la vida; todo requiere cierto trabajo y preparación.
La felicidad –según Ricard- no se basa en tener cosas ni en factores externos. Es algo que está en la profundidad de cada ser humano, y es ahí donde debe buscarse. Pero falta darse cuenta de esto -tener conciencia-, luego tomar la decisión de profundizar en sí mismo, y finalmente disponerse a invertir tiempo y esfuerzo para lograr algo tan preciado como la felicidad.
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