El autocontrol puede definirse como la capacidad de mantener una conducta apropiada frente a situaciones críticas, sin dejarse "desbordar" por la emocionalidad o los impulsos. En otras palabras, es mantener la capacidad de pensar en momentos en que somos impactados por algún evento que influye en nosotros y que despierta una emoción fuerte, como podría ser miedo o el nerviosismo. Lo opuesto al autocontrol es la impulsividad y el descontrol emocional, y que alteran nuestra capacidad de razonar.
Hay situaciones y profesiones que requieren de un gran desarrollo de esta cualidad. Casos típicos son los pilotos de guerra, o los pilotos de carrera de automóviles, que deben tener "nervios de acero" según el dicho popular. Pero también un conductor de movilización colectiva, un actor frente al escenario, un estudiante frente a un examen importante, y aún una mamá frente al accidente de su guagua, requieren de autocontrol. Es por tanto uno capacidad que todos debemos desarrollar, porque en algún momento de la vida la vamos a necesitar.
Existen técnicas para aprender a tener autocontrol. En primer lugar es importante aprender a darse cuenta del momento mismo en que somos invadidos por una emoción fuerte. Tomar conciencia de lo que se está sintiendo, especialmente con emociones como la ansiedad (los nervios), la rabia y el miedo intenso. En situaciones de nervios muy intensa, algunas personas sufren de bloqueos, y se quedan paralizados. Y cuando el miedo es muy fuerte se transforma en pánico. Hace unos años, en un fuerte sismo me tocó ver una escena casi divertida: una señora, muy asustada, se puso a dar vueltas en círculo alrededor de un árbol…
En casos de rabia intensa, hay personas que se obnubilan, es decir se "ciegan", y pueden llegar a causar un daño considerable al otro, desproporcionado en relación a la causa que les generó la rabia. Aunque la rabia y la ansiedad son las emociones que más fácilmente nos pueden hacer perder el autocontrol, sin embargo casi toda emoción fuerte es susceptible de provocar lo mismo. Una fuerte envidia por ejemplo, nos puede llevar a causar daño; las personas muy celosas saben también lo terrible que significa sufrir celos fuertes. He conocido personas que han dejado botado su para ir a ver a su pareja en un momento de celos… para comprobar luego que todo estaba bien.
Siempre se ha dicho que una buena técnica para el autocontrol es "contar hasta diez". Y es cierto; pero no es fácil, porque cuando necesitamos contar hasta diez es porque la emoción ya nos ha invadido. Aún así es un buen sistema. Pero mejor todavía, es aprender a poner cierta "distancia psicológica" entre uno mismo y la situación que se está viviendo, es decir no dejarse tragar por ella. Poner el énfasis en el momento que comienza la emoción y aprender a no tomar las cosas de una manera tan "catastrófica".
También es muy útil dominar alguna técnica de relajación. Básicamente, estas técnicas se basan en un trabajo con los músculos, en "soltarlos" en el momento en que sobreviene la emoción perturbadora. Al soltar los músculos la emoción se disipa -en parte-, y el cerebro puede retomar su capacidad de pensar. Por otra parte, tampoco se debe pensar que el autocontrol emocional óptimo es aquél que nos hace no sentir emociones. Si por ejemplo no sintiéramos miedo frente a ciertas situaciones, no podríamos sobrevivir. En definitiva, el buen autocontrol se desarrolla cuando emociones y mente logran funcionar de una manera armónica e integrada en una persona.
Hay situaciones y profesiones que requieren de un gran desarrollo de esta cualidad. Casos típicos son los pilotos de guerra, o los pilotos de carrera de automóviles, que deben tener "nervios de acero" según el dicho popular. Pero también un conductor de movilización colectiva, un actor frente al escenario, un estudiante frente a un examen importante, y aún una mamá frente al accidente de su guagua, requieren de autocontrol. Es por tanto uno capacidad que todos debemos desarrollar, porque en algún momento de la vida la vamos a necesitar.
Existen técnicas para aprender a tener autocontrol. En primer lugar es importante aprender a darse cuenta del momento mismo en que somos invadidos por una emoción fuerte. Tomar conciencia de lo que se está sintiendo, especialmente con emociones como la ansiedad (los nervios), la rabia y el miedo intenso. En situaciones de nervios muy intensa, algunas personas sufren de bloqueos, y se quedan paralizados. Y cuando el miedo es muy fuerte se transforma en pánico. Hace unos años, en un fuerte sismo me tocó ver una escena casi divertida: una señora, muy asustada, se puso a dar vueltas en círculo alrededor de un árbol…
En casos de rabia intensa, hay personas que se obnubilan, es decir se "ciegan", y pueden llegar a causar un daño considerable al otro, desproporcionado en relación a la causa que les generó la rabia. Aunque la rabia y la ansiedad son las emociones que más fácilmente nos pueden hacer perder el autocontrol, sin embargo casi toda emoción fuerte es susceptible de provocar lo mismo. Una fuerte envidia por ejemplo, nos puede llevar a causar daño; las personas muy celosas saben también lo terrible que significa sufrir celos fuertes. He conocido personas que han dejado botado su para ir a ver a su pareja en un momento de celos… para comprobar luego que todo estaba bien.
Siempre se ha dicho que una buena técnica para el autocontrol es "contar hasta diez". Y es cierto; pero no es fácil, porque cuando necesitamos contar hasta diez es porque la emoción ya nos ha invadido. Aún así es un buen sistema. Pero mejor todavía, es aprender a poner cierta "distancia psicológica" entre uno mismo y la situación que se está viviendo, es decir no dejarse tragar por ella. Poner el énfasis en el momento que comienza la emoción y aprender a no tomar las cosas de una manera tan "catastrófica".
También es muy útil dominar alguna técnica de relajación. Básicamente, estas técnicas se basan en un trabajo con los músculos, en "soltarlos" en el momento en que sobreviene la emoción perturbadora. Al soltar los músculos la emoción se disipa -en parte-, y el cerebro puede retomar su capacidad de pensar. Por otra parte, tampoco se debe pensar que el autocontrol emocional óptimo es aquél que nos hace no sentir emociones. Si por ejemplo no sintiéramos miedo frente a ciertas situaciones, no podríamos sobrevivir. En definitiva, el buen autocontrol se desarrolla cuando emociones y mente logran funcionar de una manera armónica e integrada en una persona.
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