Inscrito en el frontis del templo de Delfos, en Grecia, el aforismo "Conócete a ti mismo" ha traspasado los siglos para llegar a nosotros.
Aunque no era el único aforismo en ese lugar, es el que evidentemente tuvo mayor trascendencia. Tenía como propósito hacer reflexionar sobre sí mismo, de una forma profunda, a quien acudía al lugar.
Conocerse a sí mismo no es fácil, pues se va cambiando con el tiempo; además no siempre se actúa de la misma forma, pues la conducta depende también del contexto. Y por último, se dificulta el conocerse a sí mismo porque implica una serie de aspectos; por ejemplo las capacidades intelectuales, los rasgos de personalidad, las principales motivaciones que nos impulsan a actuar, las emociones que dominan la vida, los miedos, las actitudes, los prejuicios, los intereses, etc.
Conocerse a sí mismo es parte integrante e importante de la madurez. Si observamos a un niño en un acto tan simple como pedir que le sirvan la comida en su plato, jamás logra determinar cuánto deben servirle. Pedirá más de lo que puede comer, y dejará las consabidas sobras. En un adulto maduro no vemos esto. Toda persona madura tiene cierto conocimiento de sí misma. Pero un adulto inmaduro, a semejanza del niño, nunca tendrá claros sus límites porque no se conoce a sí mismo.
Hay muchas razones que justifican conocerse a sí mismo. En primer lugar es muy importante al momento de tomar decisiones. Esto se hace evidente ya en la adolescencia, cuando el joven debe tomar una decisión vocacional, y no sabe qué carrera seguir porque no se conoce lo suficiente. Después, en la adultez, en todo momento es importante conocerse, porque cada cual debe saber cuáles son las fortalezas y debilidades que posee para enfrentar la vida.
Cuando se emprende un estudio, ocurre un cambio de trabajo, o se toma la decisión de ser independiente, hay muchas más opciones de éxito si la persona se conoce. Y por último, para saber qué aspectos personales superar para crecer más.
Cosa interesante, el conocimiento de sí mismo se desarrolla en forma paralela al conocimiento de los demás. Cuando una persona se conoce puede conocer a los demás. Esto explica por qué hay personas que sin ser psicólogos tienen sin embargo un conocimiento intuitivo bastante acertado de los demás. He conocido jefes de recursos humanos cuya madurez y autoconocimiento les permitía conocer muy certeramente el perfil de los postulantes a un empleo, a través de una buena entrevista. Lo mismo ocurre con las buenas profesoras, que siempre tienen una visión acertada de sus alumnos.
Hay varias maneras de profundizar el conocimiento de sí mismo. La que más se utiliza es la introspección, esto es, hacerse un autoanálisis. Sin embargo es la menos eficaz, porque con mucha frecuencia nos engañamos a nosotros mismos. Otra manera bastante mejor es estar "bien conectado" a sí mismo, por ejemplo sintiendo las emociones que nos invaden. Un recuento, al acostare, repasando las actividades del día, es también una muy buena práctica; en ese momento no solamente se recuerda lo que se hizo, sino cómo se sintió, que acciones positivas y negativas realizó, etc. El feedback, es decir escuchar la opinión o imagen que los demás tienen de nosotros, es un excelente sistema. La meditación, por último, es también una magnífica técnica, que por desgracia se utiliza muy poco.
El imperativo socrático "Conócete a ti mismo" parece ser compartido por todos los grandes sabios. En la lejana China, en la misma época que los griegos lo escribieron en su templo, Lao Tsé, autor del Tao Te King, libro de sabiduría china, escribía: "Quien conoce a los hombres es sabio; quien se conoce a sí mismo es un iluminado". HBC
Aunque no era el único aforismo en ese lugar, es el que evidentemente tuvo mayor trascendencia. Tenía como propósito hacer reflexionar sobre sí mismo, de una forma profunda, a quien acudía al lugar.
Conocerse a sí mismo no es fácil, pues se va cambiando con el tiempo; además no siempre se actúa de la misma forma, pues la conducta depende también del contexto. Y por último, se dificulta el conocerse a sí mismo porque implica una serie de aspectos; por ejemplo las capacidades intelectuales, los rasgos de personalidad, las principales motivaciones que nos impulsan a actuar, las emociones que dominan la vida, los miedos, las actitudes, los prejuicios, los intereses, etc.
Conocerse a sí mismo es parte integrante e importante de la madurez. Si observamos a un niño en un acto tan simple como pedir que le sirvan la comida en su plato, jamás logra determinar cuánto deben servirle. Pedirá más de lo que puede comer, y dejará las consabidas sobras. En un adulto maduro no vemos esto. Toda persona madura tiene cierto conocimiento de sí misma. Pero un adulto inmaduro, a semejanza del niño, nunca tendrá claros sus límites porque no se conoce a sí mismo.
Hay muchas razones que justifican conocerse a sí mismo. En primer lugar es muy importante al momento de tomar decisiones. Esto se hace evidente ya en la adolescencia, cuando el joven debe tomar una decisión vocacional, y no sabe qué carrera seguir porque no se conoce lo suficiente. Después, en la adultez, en todo momento es importante conocerse, porque cada cual debe saber cuáles son las fortalezas y debilidades que posee para enfrentar la vida.
Cuando se emprende un estudio, ocurre un cambio de trabajo, o se toma la decisión de ser independiente, hay muchas más opciones de éxito si la persona se conoce. Y por último, para saber qué aspectos personales superar para crecer más.
Cosa interesante, el conocimiento de sí mismo se desarrolla en forma paralela al conocimiento de los demás. Cuando una persona se conoce puede conocer a los demás. Esto explica por qué hay personas que sin ser psicólogos tienen sin embargo un conocimiento intuitivo bastante acertado de los demás. He conocido jefes de recursos humanos cuya madurez y autoconocimiento les permitía conocer muy certeramente el perfil de los postulantes a un empleo, a través de una buena entrevista. Lo mismo ocurre con las buenas profesoras, que siempre tienen una visión acertada de sus alumnos.
Hay varias maneras de profundizar el conocimiento de sí mismo. La que más se utiliza es la introspección, esto es, hacerse un autoanálisis. Sin embargo es la menos eficaz, porque con mucha frecuencia nos engañamos a nosotros mismos. Otra manera bastante mejor es estar "bien conectado" a sí mismo, por ejemplo sintiendo las emociones que nos invaden. Un recuento, al acostare, repasando las actividades del día, es también una muy buena práctica; en ese momento no solamente se recuerda lo que se hizo, sino cómo se sintió, que acciones positivas y negativas realizó, etc. El feedback, es decir escuchar la opinión o imagen que los demás tienen de nosotros, es un excelente sistema. La meditación, por último, es también una magnífica técnica, que por desgracia se utiliza muy poco.
El imperativo socrático "Conócete a ti mismo" parece ser compartido por todos los grandes sabios. En la lejana China, en la misma época que los griegos lo escribieron en su templo, Lao Tsé, autor del Tao Te King, libro de sabiduría china, escribía: "Quien conoce a los hombres es sabio; quien se conoce a sí mismo es un iluminado". HBC
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LAS SIETE SABIDURÍAS
El recorrido de la Vía Sacra era un camino de iniciación. Así, ese camino se recorría meditando las "siete sabidurías", que eran siete aforismos relacionado cada uno de ellos con una divinidad planetaria. Esos siete aforismos eran:
1. CONÓCETE A TI MISMO: Este aforismo referido a Apolo, dios solar, dios de la Luz, se completaba con la explicación de que quien se conoce en profundidad conoce a los dioses, porque Dios, en este caso Apolo, la Luz, habita dentro de nosotros.
2. TODO FLUYE: Este aforismo, referido a una deidad lunar como pudo ser Artemisa, hermana gemela de Apolo, tenía su explicación en la constante mudanza del alma. Todo está en evolución, todo va y viene, nada se detiene, todo es continuo cambio.
3. APROVECHA EL TIEMPO: Este aforismo referido a Hermes (Mercurio) inducía a considerar que el tiempo es el más valioso de cuantos bienes tiene el humano. Porque el tiempo de una vida es escaso y mucho el trabajo a realizar.
4. TODO ES VANIDAD: Este aforismo referido a Afrodita (Venus) mueve a considerar el carácter egocéntrico de todos nuestros actos. No importa lo que hagamos, ya sea amar, sacrificarnos o pretender ayudar a los demás, todo tiende a surgir de nuestro propio ego. Y eso es algo que debemos vencer, si bien vencerlo requiere una gran dosis de energía.
5. ROMPE LA ACCIÓN CON PAUSAS: Este aforismo referido a Aries (Marte) llevaba a la comprensión de que toda acción, todo ímpetu, debe tener sus pausas, su descanso. Sólo así toda acción no sólo llegará al fin propuesto, sin desviarse, sino que también se nutrirá con esas pausas destinadas al ocio, a las artes, a la oración. Sólo si transcurre así, con pausas, la acción será creativa y el esfuerzo no se perderá en el laberinto de las muchas metas.
6. NADA CON EXCESO: Este aforismo referido a Zeus (Júpiter) tenía su sentido básico en que nada debe poseerse con exceso. E iba especialmente dirigido a los poderosos de la Tierra que, ante el Oráculo, solían pedir más dominios, más poder, más riquezas. En definitiva, se trataba de atemperar el deseo humano de alcanzar la cima máxima de ambición: la de ser como los dioses. O, en nuestra cultura, de creer que somos Dios.
7. NADIE PUEDE ESCAPAR A LA FUERZA DEL DESTINO: Este aforismo referido a Cronos (Saturno) no significaba que tenemos nuestro destino personal escrito de antemano, con esa precisión que predican los deterministas, sino que debemos realizar aquello que nos ha sido impuesto, pero el cómo realizar ese destino es algo que se nos deja a nosotros.
Referencia:
http://www.grau-anatheoresis.com/frames3/caminos_04.htm
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