En estos días el espíritu navideño parece inundarlo todo. Podemos ver en todas partes, multitud de adornos que de alguna manera asumimos que representan este "espíritu navideño". Basta con recorrer las calles para ver los negocios, las casas, y las vías públicas, muy ornamentadas. Por lo demás, en diarios y revistas, así como en la televisión, el fenómeno es el mismo.
Pero, ¿que entendemos por espíritu navideño? ¿La ornamentación de la casa, o de locales comerciales? ¿O los adornos que hacen las municipalidades? ¿La compra de regalos? ¿O el gentío y bullicio en la calle? ¿Tal vez tomar harto cola de mono? ¿O escuchar música de villancicos, y ver un arbolito con luces intermitentes rodeado de paquetes y más paquetes de regalo, que todos esperan ansiosos para abrir el 24? ¿O enviar y recibir tarjetas?
Por su parte, cuando la prensa hace alusión al "espíritu navideño" informa que un coro de niños fue a cantar a tal o cual lugar; o que en tal calle se puso un árbol de Navidad gigante, o pone una fotografía con alguien disfrazado de Viejito Pascuero. En suplementos y especialmente en revistas más light, es frecuente encontrar artículos sobre el "espíritu navideño" que se refieren a la forma de adornar la casa, o la manera de disponer la mesa para la cena de Navidad, y multitud de cosas por el estilo. Y por cierto, muchos de ellos vienen con "el dato" del lugar donde se pueden comprar esos adornos o productos.
Pero, ¿es realmente esto el espíritu navideño?
Todo esto debería llamarse ambiente navideño. Porque evidentemente detrás de todas esas manifestaciones no se esconde ningún espíritu, pues si queremos encontrar el espíritu que hay detrás de alguna manifestación o celebración, la vía para hacerlo es muy diferente: se debe lograr cierta actitud o una cierta disposición interna particular. Estas actitudes o disposición interna son por ejemplo cierto recogimiento, o la contemplación, o al menos una actitud de reflexión.
Es imposible permitir que el verdadero espíritu navideño aflore si alguien está "tragado" por el mundo exterior, deslumbrado por todo lo que es rojo y verde y por las luces multicolores.
Por lo tanto, podemos preguntarnos: ¿cuánto de espíritu navideño nos va quedando?
En una encuesta que incluía la pregunta de qué espera para Navidad, casi todas las respuestas estaban relacionadas con las compras. Los niños expresaron sus preferencias sobre los juguetes que querían recibir, y los adultos sobre las cosas que querían comprar. La encuesta no señaló la opinión de comerciantes, pero probablemente hubieran comentado qué y cuánto querían vender. De modo que al parecer, en Navidad la gran mayoría quiere recibir, comprar, o vender.
Parece definitivamente que el verdadero espíritu navideño se ha trastocado. Refiriéndose al tema, el Papa expresó en algún momento: "es la sencillez del pesebre, y no el consumismo, el que representa el verdadero espíritu de la Navidad".
La Navidad pretende conmemorar el nacimiento de Jesús, y estoy seguro de que si El fue capaz de echar a los mercaderes del templo, nos echaría a todos 'para la casa' si viera que hemos transformado "su" fiesta en una gigantesca feria comercial -y globalizada además-, donde todos participamos. Feria por lo demás en la cual -según hemos visto- brilla por su ausencia el verdadero espíritu de Navidad : celebración y alegría, recogimiento, y sencillez.
Pero, ¿que entendemos por espíritu navideño? ¿La ornamentación de la casa, o de locales comerciales? ¿O los adornos que hacen las municipalidades? ¿La compra de regalos? ¿O el gentío y bullicio en la calle? ¿Tal vez tomar harto cola de mono? ¿O escuchar música de villancicos, y ver un arbolito con luces intermitentes rodeado de paquetes y más paquetes de regalo, que todos esperan ansiosos para abrir el 24? ¿O enviar y recibir tarjetas?
Por su parte, cuando la prensa hace alusión al "espíritu navideño" informa que un coro de niños fue a cantar a tal o cual lugar; o que en tal calle se puso un árbol de Navidad gigante, o pone una fotografía con alguien disfrazado de Viejito Pascuero. En suplementos y especialmente en revistas más light, es frecuente encontrar artículos sobre el "espíritu navideño" que se refieren a la forma de adornar la casa, o la manera de disponer la mesa para la cena de Navidad, y multitud de cosas por el estilo. Y por cierto, muchos de ellos vienen con "el dato" del lugar donde se pueden comprar esos adornos o productos.
Pero, ¿es realmente esto el espíritu navideño?
Todo esto debería llamarse ambiente navideño. Porque evidentemente detrás de todas esas manifestaciones no se esconde ningún espíritu, pues si queremos encontrar el espíritu que hay detrás de alguna manifestación o celebración, la vía para hacerlo es muy diferente: se debe lograr cierta actitud o una cierta disposición interna particular. Estas actitudes o disposición interna son por ejemplo cierto recogimiento, o la contemplación, o al menos una actitud de reflexión.
Es imposible permitir que el verdadero espíritu navideño aflore si alguien está "tragado" por el mundo exterior, deslumbrado por todo lo que es rojo y verde y por las luces multicolores.
Por lo tanto, podemos preguntarnos: ¿cuánto de espíritu navideño nos va quedando?
En una encuesta que incluía la pregunta de qué espera para Navidad, casi todas las respuestas estaban relacionadas con las compras. Los niños expresaron sus preferencias sobre los juguetes que querían recibir, y los adultos sobre las cosas que querían comprar. La encuesta no señaló la opinión de comerciantes, pero probablemente hubieran comentado qué y cuánto querían vender. De modo que al parecer, en Navidad la gran mayoría quiere recibir, comprar, o vender.
Parece definitivamente que el verdadero espíritu navideño se ha trastocado. Refiriéndose al tema, el Papa expresó en algún momento: "es la sencillez del pesebre, y no el consumismo, el que representa el verdadero espíritu de la Navidad".
La Navidad pretende conmemorar el nacimiento de Jesús, y estoy seguro de que si El fue capaz de echar a los mercaderes del templo, nos echaría a todos 'para la casa' si viera que hemos transformado "su" fiesta en una gigantesca feria comercial -y globalizada además-, donde todos participamos. Feria por lo demás en la cual -según hemos visto- brilla por su ausencia el verdadero espíritu de Navidad : celebración y alegría, recogimiento, y sencillez.
1 comentario:
Gracias
Celebración y alegría, recogimiento, y sencillez.
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