Un famoso psicólogo dijo en una oportunidad que todo cuanto hacemos lleva nuestro sello. Este sello personal o estilo propio se puede notar con facilidad en las obras de un pintor, así como también en una serie de cosas que hacemos en la vida cotidiana. En todo lo que hacemos está nuestro sello.
Si bien la conducta tiene siempre un componente adaptativo, es siempre también expresiva. Una conducta como llamar a alguien por teléfono puede ser común a todos, pero la forma en cada cual lo hace –su estilo o sello.- es característica de cada persona. Dos mujeres pueden hacer la misma comida, pero el estilo de cada una se notará. Una breve observación puede mostrarnos de inmediato que una persona tímida habla en voz baja, sus movimientos son más bien restringidos, su letra es pequeña, se ríe despacio, etc. En cambio una persona con un gran desplante habla fuerte, sus movimientos son mucho más amplios, se ríe fuerte, y su letra es grande. Una conducta tan habitual como caminar muestra también el estilo de cada cual, lo que permite reconocer a alguien desde lejos tan solo por su forma de caminar, mucho antes de haberle visto el rostro.
Esto es aprovechado por algunos especialistas, por ejemplo policías especializados en estafas, que a través del estilo de escritura pueden determinar con gran confiabilidad quien fue el autor de un cierto escrito que podría ser una adulteración. O en el caso de asesinos en serie, que mantienen siempre un modus operandi. También se ha utilizado para determinar la autoría de obras de arte e incluso de libros, como fue el caso de “Imitación de Cristo”, de cuyo autor se dudaba; fue preciso analizar el estilo del libro para concluir que fue escrito por Tomás de Kempis. Para esto se tomó en cuenta las puntuaciones, el largo de las frases, la proporción entre sustantivos y adjetivos, etc.
El sello personal se da porque existe un núcleo más profundo que es el responsable de nuestras conductas y del estilo de las mismas. Ese núcleo es la personalidad, entendida como la forma consistente y estable de conducirse y reaccionar frente al medio ambiente. La personalidad cambia lentamente, y esto permite que un estilo dure por mucho tiempo. El estilo entonces solamente puede cambiar cuando la personalidad experimenta cambios, salvo en ocasiones especiales, como una ingestión de drogas, un estado alterado de conciencia, etc. Pero en todos estos casos hay una alteración de la personalidad habitual –aunque transitoria- de la persona.
En un estudio bastante interesante, se le mostró a un grupo de universitarios algunas palabras escritas por dos grandes músicos, Beethoven y Bach. Casi todos acertaron cuál letra era de uno y del otro, lo que fue posible porque cada uno de estos músicos tuvo una personalidad bien definida y diferente entre ellos: la fogosidad y la fuerza de Beethoven en comparación con la parsimonia y tranquilidad de Bach. Sin ir más lejos, la letra de familiares o amigos cercanos puede identificarse con facilidad.
El estilo o sello personal escapa al control consciente; en cierto sentido cae dentro de lo que se llama lenguaje gestual o no verbal, y por eso es tan difícil de cambiar o disimular. Un experimento muy sencillo que puede hacerse es firmar tres veces un papel cualquiera. Y luego, de modo consciente, tratar de imitar exactamente una de las firmas. Se comprueba que esto es muy difícil, y que al final de cuentas es preferible firmar de nuevo en forma automática, pues esta nueva firma se parecerá mucho más al modelo original que la imitación consciente.
Para conocer a la gente entonces, no sólo se debe poner atención a lo que hace, sino que normalmente es mucho más importante atender a la forma en que lo hace, es decir a su estilo o sello personal. HBC
Si bien la conducta tiene siempre un componente adaptativo, es siempre también expresiva. Una conducta como llamar a alguien por teléfono puede ser común a todos, pero la forma en cada cual lo hace –su estilo o sello.- es característica de cada persona. Dos mujeres pueden hacer la misma comida, pero el estilo de cada una se notará. Una breve observación puede mostrarnos de inmediato que una persona tímida habla en voz baja, sus movimientos son más bien restringidos, su letra es pequeña, se ríe despacio, etc. En cambio una persona con un gran desplante habla fuerte, sus movimientos son mucho más amplios, se ríe fuerte, y su letra es grande. Una conducta tan habitual como caminar muestra también el estilo de cada cual, lo que permite reconocer a alguien desde lejos tan solo por su forma de caminar, mucho antes de haberle visto el rostro.
Esto es aprovechado por algunos especialistas, por ejemplo policías especializados en estafas, que a través del estilo de escritura pueden determinar con gran confiabilidad quien fue el autor de un cierto escrito que podría ser una adulteración. O en el caso de asesinos en serie, que mantienen siempre un modus operandi. También se ha utilizado para determinar la autoría de obras de arte e incluso de libros, como fue el caso de “Imitación de Cristo”, de cuyo autor se dudaba; fue preciso analizar el estilo del libro para concluir que fue escrito por Tomás de Kempis. Para esto se tomó en cuenta las puntuaciones, el largo de las frases, la proporción entre sustantivos y adjetivos, etc.
El sello personal se da porque existe un núcleo más profundo que es el responsable de nuestras conductas y del estilo de las mismas. Ese núcleo es la personalidad, entendida como la forma consistente y estable de conducirse y reaccionar frente al medio ambiente. La personalidad cambia lentamente, y esto permite que un estilo dure por mucho tiempo. El estilo entonces solamente puede cambiar cuando la personalidad experimenta cambios, salvo en ocasiones especiales, como una ingestión de drogas, un estado alterado de conciencia, etc. Pero en todos estos casos hay una alteración de la personalidad habitual –aunque transitoria- de la persona.
En un estudio bastante interesante, se le mostró a un grupo de universitarios algunas palabras escritas por dos grandes músicos, Beethoven y Bach. Casi todos acertaron cuál letra era de uno y del otro, lo que fue posible porque cada uno de estos músicos tuvo una personalidad bien definida y diferente entre ellos: la fogosidad y la fuerza de Beethoven en comparación con la parsimonia y tranquilidad de Bach. Sin ir más lejos, la letra de familiares o amigos cercanos puede identificarse con facilidad.
El estilo o sello personal escapa al control consciente; en cierto sentido cae dentro de lo que se llama lenguaje gestual o no verbal, y por eso es tan difícil de cambiar o disimular. Un experimento muy sencillo que puede hacerse es firmar tres veces un papel cualquiera. Y luego, de modo consciente, tratar de imitar exactamente una de las firmas. Se comprueba que esto es muy difícil, y que al final de cuentas es preferible firmar de nuevo en forma automática, pues esta nueva firma se parecerá mucho más al modelo original que la imitación consciente.
Para conocer a la gente entonces, no sólo se debe poner atención a lo que hace, sino que normalmente es mucho más importante atender a la forma en que lo hace, es decir a su estilo o sello personal. HBC
1 comentario:
Amigo: Horst, te felicito y gracias por tu aporte para quienes nos gusta y disfrutamos de aprender más sobre nostros mismos, las personas.
Cariñosamente un abrazo.
Juan Tabilo García
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