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5/10/07

CULTIVAR EL SER

Fin de año es siempre, de alguna manera, un momento de revisión personal, de evaluación quizás, y de planteamientos, metas y desafíos para el año que comienza. Estos planes y metas normalmente se refieren a las cosas que queremos lograr, tanto en lo laboral como en lo profesional.
Sin embargo rara vez nos detenemos a pensar que podemos desarrollar aspectos nuestros más sutiles y más elevados. Tal sería el caso, por ejemplo, de la superación de algunas debilidades personales, o de rasgos indeseables en nuestra personalidad. Y en este sentido, un aspecto importante para “trabajar” y desarrollar es nuestro “ser”, o el ser interior, como también se le llama.
No es nada de fácil intentar definir qué se entiende por el “ser”. Es como la esencia de una persona, su verdadero yo, lo más interno y real. El ser debe cultivase junto con la comprensión, con el Saber. Si una persona desarrolla solamente su ser, sin el Saber, será incapaz de comprenderse a sí mima y por lo tanto no podrá tampoco ayudar a los demás. Si, por el contrario, se desarrolla sólo el Saber, se produce un empobrecimiento del ser o del alma que aleja a la persona de toda posibilidad de crecimiento personal real. Lo óptimo es que se desarrollen ambos aspectos –el ser y el saber- en forma paralela y conjunta, pero es difícil. Y más todavía hoy en día, en que ha aparecido otra parte de la ecuación en la escena: se trata del “tener”. Nos medimos antes que nada por lo que tenemos, es decir por los logros materiales en todas sus formas: casas, autos, TV, barrio, status social….y si esto no basta, recurrimos a los familiares “connotados”, al currículum académico, o a lo que sea. Vivir basado en el “tener” es aún más grave que desarrollar solamente el Saber o el Ser, pues generalmente -tarde o temprano- sobrevendrá una desvinculación consigo mismo; y esta es un camino seguro hacia la alineación en cualquiera de sus muchas formas.
El Ser se desarrolla o cultiva de varias maneras; en primer lugar tratando de potenciar nuestra capacidad de amar. Y en segundo lugar, luchando contra los enemigos del Ser, que son la vanidad y el orgullo. Hay también otros no menos importantes, como las mentiras -tanto las que se cuentan a los demás como las que nos contamos a nosotros mismos-, los apegos, y el dejarse tragar por lo mundano, todo lo cual nos lleva a olvidar lo espiritual.
Para cultivar el Ser entonces, primero es preciso descubrirlo, darse cuenta de que hay cosas más sutiles en la vida que lo que vemos solamente con los ojos, y luego comenzar una larga lucha contra sus enemigos, algunos de los cuales hemos mencionado. Por Horst Bussenius C.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La presente obra es una pequeña selección de poemas de uno de los más grandes sufíes y poetas persas, Mohammad Yalal-ol din, más conocido como Rumi
(«nuestro Maestro»).

Comparado con el cielo de primavera (a veces, cristalino, resplandeciente; a veces, cubierto de nubes; a veces, tormentoso), su extremada sensibilidad se expresa a través de una honda creatividad amorosa. Ante él, cada piedra parece arder en el anhelo del encuentro del Amado, el universo es el bazar de los cielos y la bóveda celestial se convierte en el campo de la eterna danza de las estrellas. En la agonía de la oscura noche medieval, cuando las ciudades eran saqueadas y la dignidad del hombre era pisoteada, su voz se alzaba exclamando: «¡Oh!,
¿por qué no brilla el Sol?».

Anónimo dijo...

¡Oh!

HERMOSO!!!