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5/10/07

EL ASCENSO DEL DRAGÓN

Todas las culturas tienen alguna forma de representar el desarrollo humano. Estas formas son normalmente simbólicas, y vienen a veces desde los tiempos más remotos. Conocemos de oídas aunque vagamente algunas de ellas, como el caso del "hombre nuevo" que plantea el cristianismo, o la iluminación de los orientales.
En China existe también una tradición semejante, aunque con otros símbolos. Allá se utiliza el dragón para simbolizar el cambio y el perfeccionamiento del ser humano hacia estados más altos de conciencia y espiritualidad. El dragón, en sus diversas fases, va mostrando los logros interiores y espirituales de quien comienza a seguir un camino de desarrollo personal.
Las etapas de desarrollo según el modelo chino son seis. La primera etapa está representada por el dragón escondido. Hundido en el fondo de las aguas, su espíritu se halla sumido en la materia; no tiene ningún deseo de subir a la superficie, de salir de la condición actual, o de evolucionar. No conoce al espíritu que lo ha creado. Está completamente atado a la tierra, a las necesidades y placeres del cuerpo, a las satisfacciones sensuales y a la ganancia material. Está ligado al mundo físico sin concebir el más allá ni la dimensión espiritual. El ser ignora su naturaleza verdadera; está desposeído de él mismo.
La segunda etapa está representada por el dragón en el arrozal. El animal ha salido de las aguas trabando conocimiento del mundo superior. Está encima de la tierra fangosa que se hunde bajo sus garras. Camina a través de los altos tallos del arrozal, agitando con la ondulación de su cuerpo los retoños del arroz. Es el primer despertar a la naturaleza espiritual. Un vago sentimiento le indica que, al lado del agua, que es la materia, existe otro aspecto de vida encarnado por el aire, y el mundo espiritual.
La tercera etapa está representada por el dragón visible, que se eleva de las aguas. Esto nos muestra que el ser humano se eleva por encima del plan primitivo, viendo el conjunto del mundo. Esta vista, por restringida que sea, lo ilumina sobre la vida superior. Percibe claramente la existencia del espíritu que ha creado este mundo admirable y comprende que su existencia es necesaria.
La cuarta etapa la representa el dragón rampante (parado en dos pies). En ese momento el ser ha comprendido que no debe quedarse en el medio mórbido. Ha encontrado la tierra firme que le permitirá elevarse pero todavía no tiene conciencia de sus alas y no piensa utilizarlas para lanzarse a un vuelo espléndido. Aspira al mundo celeste del Espíritu, del cual ha comprendido la hermosura, pero el aire lo atrae tanto como la tierra. No puede volar, no puede dar más que saltos que lo hacen caer de nuevo en el seno del mundo material. La lucha que sostiene es ruda y dolorosa. Esta etapa es crítica, porque exige un gran esfuerzo para continuar. Es aquí donde el hombre puede renunciar al mundo espiritual y seguir pegado al mundo material. Son dos caminos que se le muestran.
La quinta etapa es la del dragón volador. Eligió el mundo espiritual, y por fin ha hallado el camino en el dominio del Espíritu. Vuela cerniéndose en el aire, está desligado y evoluciona hacia el llamamiento divino de las alturas que es donde se encuentra la verdadera patria que pronto alcanzará.
Por fin, la última etapa es el dragón planeando. Logró encontrar el sentido de su vida en el espíritu, y descubre que ahí está el sentido de la vida. Puede posarse de nuevo sobre la tierra, pero volverá a elevarse ya que la verdadera felicidad y desarrollo se encuentran en el espíritu y en Dios. HBC

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