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5/10/07

El Recogimiento

En fiestas como éstas, de tanta significación para el mundo cristiano, es bueno detenerse algunos instantes a meditar en la forma en que se practica o se lleva a cabo el culto y los ritos, ya que esto debe llevarse de acuerdo a ciertas formas y con ciertas actitudes psicológicas.
En la liturgia por ejemplo, podemos preguntarnos cuál es la actitud adecuada que se debe tener. Además del respeto y de la alegría que debería sentirse por acudir al contacto con la divinidad, quizás lo más importante sea la actitud de recogimiento.
Recogerse es una palabra que viene de recoger, es decir volver a coger (tomar algo). Si seguimos la pista etimológica de la palabra "recoger", su significado más profundo es "volver a juntar o reunir". Pero, ¿volver a juntar o reunir qué?
Quizás al aplicarlo al mundo de la religión, podría interpretarse como volver a juntar el alma con Dios. O quizás el alma consigo misma, que estaba perdida en el mundo externo, con los mil y un problemas que toda persona debe resolver a diario. El recogimiento es una actitud de retraimiento del mundo externo, generalmente momentánea o pasajera, que consiste en volcarse hacia sí mismo y prepararse para algo. Puesto que el recogimiento no se da solamente en el ámbito religioso, su significación es en todo caso más abarcativa. Por ej., puede haber ciertos acontecimientos en la vida que lleven a la persona a "recogerse", como una manera de tener una mirada distinta del mundo. Otro ejemplo es un "retiro" espiritual.
Recogerse es entonces retraerse del mundo exterior para dirigir la mirada hacia sí mismo y hacia Dios. Es como "irse para adentro", en un contacto fuerte y completo consigo mismo, y es hacer internamente un espacio para lo divino. No puede haber recogimiento si se está en presencia de muchos elementos distractores. Por eso, la actitud adecuada cuando se ingresa a un templo -de cualquier religión-, es el recogimiento. Es una muestra también de humildad. Gran parte de esto se ha ido perdiendo, y puede observarse que la mayoría de los fieles permanecen dentro del templo más preocupados por lo externo y lo que los rodeas antes que del contacto con lo divino o su propio interior.
En el verano me tocó pasar por un pueblo en el cual había un sacerdote que no permitía niños ni guaguas en la misa. Por supuesto, todos lo criticaban por esta causa, y querían que fuera destinado lo más pronto posible a otra localidad. Sin embargo, es psicológicamente imposible el recogimiento con la agitación que producen los niños corriendo o las guaguas llorando.
Pero no en todas partes puede haber recogimiento; en el mundo del día a día, donde deben enfrentarse tantas situaciones cotidianas y tomar decisiones, es desde luego imposible una actitud de recogimiento; y peor aún, sería hasta perjudicial. Por eso hay momentos para el recogimiento, como precisamente cuando se acude a un templo, o cuando se necesita meditar sobre algún aspecto importante de la vida personal.
Es del todo imposible orar o meditar verdaderamente sin una actitud de recogimiento. En la liturgia, estar en una actitud de recogimiento significa ser capaz de no estar preocupado del vecino, o de quién asistió o no al templo, o de cualquier otra cosa, sino de "sentir" la presencia de Dios.
Con el recogimiento se puede tener acceso a la verdadera oración y a la meditación. Sin recogimiento no puede haber ningún tipo de contacto con Dios ni con la parte sagrada que todos tenemos dentro. HBC

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